sábado, 30 de abril de 2011






LOS ENCUENTROS ÍNTIMOS DE JENNYFER


O EL CAMINO A LO DESCONOCIDO













La historia que vamos a relatar es una historia poco usual pero que puede ocurrir, de hecho le sucedió a una joven caraqueña llamada Jennyfer Vegas Pérez, preciosa mujer de tan sólo 26 años, quien se suicidó a mediados del 2010 lanzándose al vacío desde la ventana del balcón del apartamento en el cual vivía con sus padres y otra hermana, menor que ella. Los motivos de esa trágica decisión se desconocen, sin embargo, ella dejó un diario en el que escribía, como muchas jóvenes sus vivencias más resaltantes, según ella claro. Tal vez Jennyfer afrontaba una serie de problemas, quizás no tan determinantes para hacer lo que hizo, pero ella no los veía insignificantes, lo interesante de ese diario es que en los últimos meses de su vida dejó escrito unos extraños encuentros íntimos con un hombre de quien no da nombre, ni detalles específicos, sino más bien destaca lo que ese hombre le hacía sexualmente y lo que ella iba experimentando en cada oportunidad que se veía con ese hombre. De ese diario tomamos lo que Jennyfer escribió de propia mano y lo compartimos con todos ustedes.




Cierto día, según cuenta Jennyfer, regresaba ella de su trabajo cercano el reloj a las 6:43 pm, próxima a la entrada de su edificio, un hombre tropezó con ella y en en encontronazo a ella se le cayó el bolso que llevaba, el hombre se dispuso a recogerlo y se disculpó por venir distraído y no verla tan cerca. En la primera mención que ella hace de aquel personaje en su diario, lo describe así: "13 de noviembre de 2008. 9:15 de la noche: Hoy me tropezó un hombre llegando a mi casa, el muy bruto y torpe casi me lanza al piso de tan fuerte golpe, me recogió el bolso y pidió disculpa. Eso sí, estaba bien bueno, era apuesto y con un varonil toque de desaliñado, con la barbilla sin afeitar como de varios días y sin peinar, pero vestía bien, de forma casual pero vestía bien. No era un vagabundo por lo menos. Me llamó la atención la mirada profunda y pícara a la vez. Tenía algo misterioso."






Las páginas del diario de Jennyfer transcurren sin mayor novedad, cosas del trabajo, peleas con su hermana porque ésta se había puesto un vestido de ella para ir a una fiesta y lo había tomado sin su permiso y detalles por el estilo. Luego hace de nuevo mención del hombre misterioso y dice: "22 de noviembre. 11:06 pm. Hoy lo volví a ver...el tipo estaba recostado de un poste de luz, estaba fumando, me miró cuando bajé del taxi que me llevaba hasta casa, me miró como con ganas de saludarme, incluso hizo un gesto con su cara y creo que me sonrió. Insisto en que no está nada mal...pero me está poniendo nerviosa."




Todo indica que a Jennyfer le atraía físicamente aquel desconocido, la razón es que ella lo había escrito muy detalladamente en una página de su diario de la siguiente manera: " Acabo de dar rienda suelta a mi imaginación. Me masturbé como pocas veces lo he hecho, pocas veces me había dado así como hoy en la noche. Pensé en él, en ese hombre que he visto dos veces ya por mera casualidad y que es un perfecto desconocido. Cerré los ojos, me tumbé casi desnuda en mi cama, lo imaginé desnudo frente a mí, mirándome con ganas, pero sólo me miraba, eso me volví loca pues no se acercaba...comencé a acariciarme los senos, con mi vista puesta donde supuestamente estaba parado él, me estremecía verlo desnudo con su miembro erecto e inquieto. Así poco a poco me llevé una mano a la vulva, me la tocaba una y otra vez, me la abrí suavemente, y sentí como se expandía como una flor en primavera, palpé mis labios ya mojados, me la abrí de par en par, hasta que me imaginé que él, ese hombre podía ver mi orificio hambriento de su carne, sediento de su leche. Luego me metí un dedito hasta el fondo y comencé a gemir bajito, como intentando que él me oyera y se montara sobre mí. La cama comenzó a moverse con mi agite, y entonces imaginé que ese hombre me montaba y allí, justo en ese preciso momento de mi imaginación, me metí tres dedos para soñar que era su pene lo que me entraba. Entonces me dí duro, duro y más duro...me saqué los dedos de repente y solté un gemido muy alto, fui a mi clítoris con un dedo y suavemente, muy suavemente lo acaricié hasta que logré obtener los temblores que anuncian mi orgasmo!!! Fue espectacular. De pronto escuché que tocaban a la puerta del cuarto, creo que mis gemidos alertaron a mi hermana. Total, ella también se hace la paja a veces y yo escucho sus jadeos."







Aquella experiencia íntima de Jennyfer, aquella noche en la que se entregó imaginariamente al hombre desconocido, era ya una escena que la prepararía para lo que vendría posteriormente. Un día mientras Jennyfer entraba al ascensor de su edificio, vio un papel, muy doblado , pero que tenía escrito: "Es para ti", ella curiosa al fin, aprovechó que estaba sola y lo recogió del piso, mientras el ascensor subía piso a piso, leyó lo que adentro estaba escrito: "Me siento tu dueño Jenny..." ¿Qué opinas:" Ella salió apresurada del ascensor, nerviosa y mirando a los lados como si sospechara que aquel hombre la miraba a escondidas. Ella presentía que todo se iba precipitando hacia algo poco común.

Ahora estamos ya en enero del año 2009 y Jennyfer describe otro encuentro con lo que era el nacimiento de una obsesión fatal. "Hoy lo volví a ver, ese hombre me está volviendo loca...y si supiera que me he masturbado pensando en él. Lo vi en un café cercano a casa, siempre es por esta zona por donde yo vivo, me tomé un café y tuve el atrevimiento de sonreírle en señal de saludo. No sé si hice bien:" Eso escribió el día 24 de enero del 2009 a las 7 de la noche.




Días después Jennyfer volvió a darle protagonismo al hombre que ya le obsesionaba. "29 de enero, de 2009. 1:30 pm. me encontraba acostada pensando en él y de pronto notó que la luz de la pantalla de mi celular se enciende, porque yo, generalmente, lo pongo en modo silencio cuando voy a dormir. Para mi sorpresa veo que es un mensaje de texto de un número que aparece como "anónimo"...el mensaje decía: "Te estoy esperando en las escaleras del piso 7. Quiero que vengas desnuda." No había duda era él, me dije y le respondí: "Eres un loco hijo de puta, quién crees que soy...¿una ramera?." Luego pasaron unos minutos y no volvía a escribir, pero yo deseaba que lo hiciera de nuevo, al mismo tiempo que acariciaba la loca idea de ir a su encuentro sin ropa alguna...





Me levanté la franela y comtemplé ya excitada mis senos y mis pezones, ya erectos, de sólo imaginarme que me le entregaba a ese hombre. Pensaba una y otra vez en esas escenas de estar con en en las escaleras del edificio donde vivo y a esa hora de la madrugada. Otra vez la luz del celular se encendió, nunca supe cómo había dado con mi número, pero eso indicaba que él también estaba pendiente de mí.






El mensaje recién llegado decía: " Te estoy esperando...ven desnuda." Entonces me incliné en la cama, miré mi entrepierna, como buscando que me hablara y me dijera si quería ser de él, la respuesta fue un palpitar de mi clítoris, cosa que entendí como un "sí". Decidí ir al piso 7, pensé que podía ser un majadero y que no estaría allí:"





Al leer el diario de Jennyfer y después de enterarme de su trágica muerte en el año 2010, fui al edificio donde vivió y me detuve unos minutos en ese piso 7, en esas escaleras en las que sucedió ese encuentro entre dos seres que en verdad se conocían muy poco. por no decir que eran completos desconocidos. Las escaleras sirvieron de testigo de lo que aconteció esa madrugada y que Jennyfer describió al día siguiente.





"30 de enero de 2009. 8:00 pm. En la madrugada del día anterior, bajé al encuentro con aquel hombre que no conocía y que sólo había visto unas cuantas veces, jamás había cruzado palabra alguna con él, incluso después de lo que pasó, tampoco nos hablamos. Bajé como me pidió al séptimo piso, desnuda, sin importarme si algún curioso vecino me mirara a través del ojo mágico de su puerta. Sabía que me ese hombre, si es que estaba allí, me iba a cojer y yo...quería que lo hiciera. Cuando doble del piso 8 al 7, lo olía...olía a hombre, me detuve unos escalones antes y terminar de bajar y lo ...sí allí estaba él, desnudo también y con sus ropas puestas en desorden en toda la escalera, poco a poco fui bajando hasta tenerlo enfrente, entonces me acarició la entrepierna suavemente y yo, yo no opuse resistencia, me metió un dedo bien adentro, lo más profundo que pudo...y me dejé, al sacar su dedo de mí, lo llevo a su boca y lo probó con marcado erotismo. Luego de forma frénetica fue sobre mí y comenzó a besarme locamente, yo hacía lo mismo, le acariciaba la espalda mientras él me abría las nalgas con intenciones de montarme sobre él...


toqué su miembro, se lo apreté fuertemente como queriendo decirle que eso era mío, era grueso, duro, inquieto como lo imaginé, mientras él iba y venía con sus dedos a lo más adentro de mi mojado coño. Aquello era una locura...pero nada de palabras, eran mis suspiros y mis gemidos...eran sus jadeos cerca de mis oídos. De pronto me volteó, me puso de espaldas a él, me colocó las manos contra la pared y sentí cómo mojaba mi ano con sus dedos, con su saliva...sentí su dedo entrar poco a poco, más adentro, más adentro y más adentro, luego lo sacó violentamente...luego se dedicó sólo a meterme la punta de su dedo y a sacarlo, de tal forma que se escuchara cómo mi ano sonaba en cada salida de su dedo...y yo disfrutaba ese sonido. Me giró de nuevo hacia él, me besó tiernamente y después se fue vistiendo mientras yo le decía con la mirada que deseaba que me penetrara, pero no lo hizo, se marchó, me dio una mirada desde abajo de las escaleras y yo, me agaché vencida de placer y le sonreí."



Y fue así como Jennyfer le entregó su cuerpo a aquel desconocido y desde entonces no dejó de pensar en él, todo lo contrario, cada día pensaba más, cuestión que se desprende de lo que escribió: "...no dejo de pensar en él, es más deseo que llegue un mensaje a mi celular para salir a su encuentro de nuevo, no puedo olvidar esa forma de tocarme, esa manera de profanar mi intimidad con sus dedos una y otra vez, esa brutal y casi animal de hacerme hembra en las escaleras..."




Y sucedió que deseando tanto otro encuentro sexual con el misterioso hombre, llegó un nuevo mensaje a su celular, esta vez era la dirección de un hotel, y el número de habitación, no aparecía reflejado el número de quien enviaba el mensaje, no hacía falta, Jennyfer sabía que era él. Eran las dos de la madrugada de un sábado, cuando Jennyfer ya con ropa de dormir, decidió salir de su casa,a expensas de ser descubierta por sus padres o por su hermana. Se sentía puta haciendo eso...y eso la excitaba más, pero el climax era ir a acostarse con un hombre de quien ni siquiera sabía su nombre, pero le atraía grandemente.

A las 2:37 de la madrugada, Jennyfer subía a la habitación de un modesto y viejo hotel de Caracas, las llaves habían sido dejadas en la recepción por aquel hombre para cuando ella llegara, él quería que ella entrara al cuarto sin anunciarse tocando a la puerta. Y así fue. Dejemos que sea Jennyfer quien describa lo que sucedió una vez que traspasó la puerta de esa habitación.






"...Entré a ese cuarto más excitada que nerviosa, sentía que ya mojaba mi tela íntima cuando iba en el taxi. Cuando estuve en el cuarto lo vi parado frente a mí, apenas cerré la puerta su mirada la dirigió a su pene en clara señal de que quería que me arrodillara y que me tragara toda su virilidad posible con mi boca. Y eso hice, me arrodillé, besé la punta de su pene con ternura y luego engullí como serpiente a una presa todos los centímetros que pude de su miembro. Una y otra vez mi cabeza era empujada hacia adelante por él, delante de mí sólo su vello púbico, pero al levantar la mirada lo veía extasiado por el placer que producía mi boca llena de su tiesa polla. Se inclinó, me levantó y me introdujo un dedo atrás, en el culo, y así de esa manera me fue llevando hasta una silla y me colocó de tal manera que mi trasero quedara hacia él, yo de rodillas en la silla tomando el espaldar con mis manos le ofrecía de nuevo lo que él quería tomar de mí.



...y sumisa sentí su lengua mojarme más, sentí su pene entrar por mi vagina una y otra y otra vez, sentí sus dedos en mi recto, sentía cómo me lamía, me besaba y me olía como si quisiera que mi olor a hembra quedara para siempre en su mente. Luego me llevó cargada a la cama y allí volvió a hacerme de él.



Nada de palabras, yo sabía que no era mudo pues lo había escuchado hablar con algunas personas en un café cercano a casa, sabía que él disfrutaba cojerme así y yo también disfrutaba eso...aquella habitación estaba llena de jadeos, gemidos y gritos, de olor a mujer, de olor a hombre, olor a sexo, a lujuria, olor a locura desnuda.


Su pene entraba violentamente a mi vagina, sus dedos a mi ano y su lengua en mi boca, no me dejaba espacio sin llenarlo de él...y yo...yo entregada sin resistencia a su capricho de hombre, yo lo miraba extasiada, lo gozaba encima de mí, sabía que eso que estaba ocurriendo tendría que ser un secreto, que aunque lo escribiera en mi diario, sabía que más adelante quemaría estas páginas que escribo...


aquel desconocido me tenía otra vez desnuda entre sus brazos, otra vez era de él, me estremecía en la cama, se hundía una y otra vez en mi vagina, como si quisiera destruirme, pero sabiendo que justamente aquel frenesí me gustaba, era un demonio lo que me poseía...


solté un alarido cuando todo su miembro se movía hacia cada pared de mi vagina, me estaba corriendo, un orgasmo que deshacía, me volví agua, me sentía morir de placer y fue ese grito lo que lo impulsó a él hasta mis prundidades para soltar su tibio semen a chorros dentro de mí, era tal su agite adentro que suponía que vaciaba litros de esperma en mí...pero no me desmayé, me contuve, y poco a poco la respiración mía fue tomando ritmo habitual, su aliento tibio y jadeante aún flotaba sobre mi boca entreabierta. Él aprovechó lo resbaladizo de nuestra piel y se fue deslizando hacia abajo mientras retiraba su miembro de mi empapada cavidad...entonces justo cuando se retiró por completo sentí que me salían chorros de su semen, semen caliente que bajaba hasta mis nalgas y mojaban las estrujadas sabanas de la cama.



Él se apartó a un lado de la cama, se quedó mirando el techo por unos segundo, noté cómo soltaba unas lágrimas, pero no se dobló de de tristeza, era más como regocijo por haberme hecho su hembra, pero no tenía un aspecto disfrutarlo como sadismo, sino más bien como cuando alguien no puede decir que ama...o no sabe decirlo. Yo me levanté para ir al baño, aún salía de mí su semen, caminé hasta la puerta del baño y me detuve a verlo desde lejos, yo estaba a su espalda, lo ví sentado en la cama, lo vi buscando sus ropas. supe entonces que se iría sin despedirse.


Pero no me sentí muy triste, suponía que volveríamos a tenernos, confieso que quise sentarme a su lado y preguntarle, su nombre, qué hacía, por qué me buscó de esa manera, pero no lo hice porque en el fondo disfrutaba esos extraños encuentros sexuales con un desconocido.

Al salir de la ducha ya él no estaba, dejó una nota que decía: " el sentir tu piel, tu olor, al ver tus ojos, tu cara tan cerca...al permitir vaciarme en ti, dejé mi alma como una compañía eterna para ti." Entonces caí sobre la cama y reventé en llanto. Allí me quedé largo rato hasta que el sol inició su entrada por la ventana."


En fin, como habrán visto hay historias sin final feliz, la de Jennyfer Vegas resultó una de ellas. Todos los detalles de sus encuentros con aquel hombre los dejó escritos en su diario, no le dió tiempo de quemar esas páginas. En ese diario después de ese último encuentro se quedaron muchas hojas en blanco, hasta que Jennyfer volvió a escribir el 5 de mayo de 2010, lo siguiente: " Hace ya tiempo que no sé de él, no supe adónde fue, no sé por qué no volvió a buscarme...y él no sabe que cada vez que regreso del trabajo me quedo esperando unos minutos abajo del edificio a ver si me sorprende, él no sabe que más de una vez he bajado al séptimo piso, desnuda y dispuesta para él...en verdad lo extraño. Pero no, no aparece y aquí estoy tomando una botella de vino para olvidarlo...y resulta que más lo recuerdo...quiero salir volando y encontrarme con él en algún lugar adonde mi vuelo me lleve..."



Tal vez en pleno vuelo, segundos antes de morir, se encontró con aquel desconocido, tal vez en pleno vuelo, supo su nombre...tal vez en pleno vuelo se volviero e entregar a la lujuria, al sexo puro, al sentirse ajenos...a no pertenercese a sí mismos sino al otro. Si ese otro encuentro se dio, nunca lo sabremos.












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