sábado, 31 de octubre de 2009

AL CUERPO HAY QUE DARLE LO QUE PIDA

O LA HISTORIA DE ANGIE. PRIMERA PARTE

Cuando una adolescente comienza a sentir que en su cuerpo están ocurriendo cambios acelerados, va apareciendo en su mente la idea precisa de saber que es una mujer. A veces son sutiles cambios, otras veces una joven puede acostarse y amanecer en su cama ya preparada para la iniciación. Es posible que en algunos momentos la curiosidad llevara sus manos a sus partes íntimas para saber qué se siente. Una vez que entiende que el placer se encuentra en específicas zonas de su cuerpo, será la idea de experimentar qué es un hombre y qué sucederá cuando esté desnuda con alguno. Ese pensamiento rondará por varios años, hasta que la sociedad le abra las puertas, o tal vez esa ex niña se atreva por sí misma, un poco antes de tiempo, a provocar ese añorado día.
Angélica pudiera ser un ejemplo. Una joven que 17 años de edad ya tenía alguna referencia sexual, más allá de masturbarse frotando la almohada suavemente contra su cerrada vulva aún, no había ido más lejos. Comentarios lógicos que se escuchan en voz baja entre las aulas de clases también gereraron el punto de partida para iniciar a Angélica a pensar con mayor curiosidad en el mundo del sexo.
Angélica. o Angie, el diminutivo en inglés como era conocida por todos, era una chica muy clara de los riesgos del sexo a edades tempranas, la buena comunicación con sus padres le había dado el soporte necesario para saber que "tenía que cuidarse" el día que decidiera tener sexo. Pero para Angie ser responsable y traviesa no estaban en contradicción. El momento le diría que hacer. Eso sí, siempre pensó que un hombre mayor que ella le podía proporcionar, según ella por su experiencia, más tranquilidad. La frase "me gustan los hombres mayores que yo", que algunas chicas usan, en Angie cobraba más sentido si de sexo se trataba.
Angie era una joven recién salida del mundo adolescente, ya con cuerpo hecho, tal cual como dicen algunas veces, toda una mujercita, delgada y frágil de apariencia, pero de cintura formada, de senos firmes y frescos, toda virgen por supuesto, jamás tocada por hombre alguno. Una joven hermosa, de cabello muy negro, largo y suelto, de voz ronca y sensual y de sonrisa y mirada pícara. Inocente en esencia, pero sabiendo como esconderla, para mostrar una madurez y una experiencia que, obviamente, no tiene. El momento estaba por tocarle la puerta.
Cierto día, domingo, para ser preciso, Angie se encontraba sola en casa, vale decir que era la hija única de un matrimonio roto, y aunque sus padres mantenían relaciones cordiales, estaban separeados hace dos años. Angie vivía con su madre, una madre joven, de 42 años, que ese día estaba esperando por un amigo del trabajo que la había invitado al teatro. Esta no es la típica historia de la lolita que le quita el novio a la madre, no. En verdad eran amigos. La mamá de Angie había salido a realizar unas compras a comienzos de la tarde, se había retrasado por el tráfico infernal que, incluso los domingos, suele sorprender a Caracas. Eran las 2:30 de esa tarde, cuando el timbre sonó en la puerta de la "niña" Angie. Ella presurosa, corrió a echar un visrazo por el ojo mágico de la puerta, supo que era el amigo de la mamá y abrió la puerta. entonces, aunque ya había visto a Alex, que así se llamaba el amigo de su mamá, procedió esta vez a "escanearlo" con su mirada de arriba-abajo, mientras lo saludaba así: "Alex...pero que elegante y bello estás...hola. Pasa adelante, mi mamá llamó y dijo que ya viene en camino". Alex entró y se sentó en el sofá. Angie decidió sentarse enfrente para servir de anfitriona. Su mirada se fue haciendo cómplice de la picardía, mientras que de tema en tema buscaba la manera de tocar la palabra sexo. ¿La razón? ya la veremos.
"¡uff, qué calor! estoy que echo fuego...creo que mi cuerpito está pidiendo que lo refresque". Y lanzó una risa traviesa. Ante tal expresión, Alex le respondió: "Bueno, dicen que al cuerpo hay que darle lo que pide". El tema estaba servido. Angie, miró hacia el techo, dando la clara impresión de que estaba reflexionando sobre la expresión que acababa de pronunciar el amigo de su mamá. Entonces, ripostó así: "Humm, si por eso fuera estoy en graves aprietos, porquemi cuerpo está como pidiendo muchas cosas". Ahora fue Alex quien miró hacia el techo. Angie prosiguió con estas palabras: "Lástima que los chicos de mi edad, no tienen nada en la cabeza, ni para un mal pensamiento me sirven, por eso siempre me han llamado la atención los hombres mayores". Alex se sintió aludido y dibujó una sonrisa nerviosa en su cara. "Alex, con tu permiso voy a darme una ducha, estás en tu casa, enseguida vuelvo", dijo Angie como para romper los segundos de silencio que se habían producido.
Mientras Angie paseaba el bajo por su cuerpo, iba pensando cómo atraer a aquel hombre al punto que su inquieta imaginación se había propuesto. "Alex, disculpa, me alcanzas la toalla que dejé olvidada sobre mi cama...y perdona la molestia". Aunque con mucha pena, Alex le llevó la toalla a Angie. Tocó la puerta del baño. Unos segundos luego Angie abrió la puerta, pero muy intencionadamente, se dejó mostrar una parte mojada de su cuerpo, unos de sus senos, un pezón erecto de tanta agua de ducha tibia. "Huy, que pena" dijo, y cerró abruptamente la puerta. Sin embargo, la traviesa malicia de Angie no había terminado.
Para dirigirse a su cuarto, Angie tenía que atravesar la sala, justo el lugar en el que estaba Alex. ni modo, no había otra. Angie se ajustó la larga toalla desde su pecho, la giró sobre su cuerpo mojado y decidió salir del baño con paso apresurado. Al pasar frente a Alex dejó caer la toalla de su cuerpo y quedó paralizada frente a aquel hombre que no tuvo tiempo alguno de mirar a otro lado. Se quedó boquiabierto comtemplando aquella figura angelical aún goteando agua. Para Alex fueron horas, para Angie esos cinco segundos habían sido suficientes para despertar el instinto del macho que la miraba desnuda. Angie recogió presurosa la toalla del piso y como pudo se arropó con ella y marchó corriendo a su cuarto.
Angie se acostó en su cama mientras pensaba en dos cosas: qué ropa usar para vestirse y la más importante, cómo podía volver a mostrarse a Alex. Entonces se le ocurrió algo. Tomó su teléfono celular y marcó desde allí el número de su propio hogar, el teléfono residencial estaba ubicado de tal manera que quien tomara la llamada podía ver su cuarto, más aún, la cama en la que ella estaba desnuda, pues había dejado la puerta de par en par. "Por fi, Alex atiende, creo que es mamá". Angie dejó caer la llamada para mantener a Alex más tiempo en el lugar exacto. "La llamada se cayó, pero ella va a volver a llamar..." Angie estaba tal cual como dios la trajo al mundo, desnuda y virgen. Con marcada intención, estaba boca abajo, dando la espalda a la mirada atónita de Alex. Ella alzaba una y otra pantaleta, buscando cuál iba a ponerse, mientras hacía eso, tarareaba una canción, como simulando que estaba completamente distraida. Alex miraba aquellas nalgas que se movían suavemente al ritmo de la canción. Alex aún sin quitarse del lugar, le dijo a Angie: "Tu mamá, no volvió a llamar..." No. Ni va a volver a llamar, fuí yo quien llamó Alex", Angie giró su cuerpo, se colocó boca arriba, se mostró toda y dijo: "Disculpa, es que quería saber que se siente estar desnuda frente a un hombre". Angie, aún tumbada en la cama, fue poniendo cara de niña buena al tiempo que remataba con esta expresión: " Pero no me vayas a hecer nada malo...¿sí?, mira que soy señorita".
Ahora queda en la mente de mis lectores dar rienda suelta e imaginarse lo que sucedería luego. O tal vez en el próximo capítulo mi persona decida terminar la historia. Por los momentos dejemos que Angie y el despertar de su cuerpo de mujer, esperen si lo que dijo Alex, de que al cuerpo hay que darle lo que pida...es cierto.





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domingo, 18 de octubre de 2009

...Y LO HICE CON DOS HOMBRES


El caso que relato a continuación es uno de esos que se encuentran en el subconsciente de muchas mujeres. Para algunas el punto queda en el umbral de las fantasías, para otras no. Si coincide lo apetecible del deseo desenfrenado, los protagonistas indicados, el ambiente y el momento oportuno, podrá cumplirse. Por supuesto, hará falta la mujer atrevida que quiera hacerlo, al mismo tiempo, con dos hombres. Y esa mujer existe, se llama Mariam. La historia de hoy trata de dos hombres y una mujer, más bien...de ella y dos hombres.
Para que los lectores puedan tener una idea de quiénes estamos hablando, empecemos por describir a Mariam. Una joven de 27 años, de piel morena, de ojos color café, cabello negro y largo, de labios carnosos, de sonrisa fresca. Mariam posee un cuerpo atractivo, muy latino, cintura delgada, buen trasero, buenas tetas. Pero su punto fuerte está en su perfil psicológico: la franqueza con la que habla de cualquier tema, confrontadora, retadora, liberal. Según sus propias palabras: "nunca dejo de darme el gusto que quiero, no me inhibo de nada".
Los hombres de este relato: Tomás, un chico de 32 años, de buena presencia, un hombre común. Tranquilo de proceder, pensador, reflexivo. Tomás mantenía una relación informal con Mariam, algo de eso que llaman "sin compromiso". Pero eran pareja, aunque sin duda quien dominaba la relación era Mariam. La tercera persona es Fredy, amigo de Tomás, más joven que éste. Con la cultura del gimnasio, con la mente puesta en su físico, de obvia apariencia atlética, además con dotes de galán irresistible, según él. Bien, ahora falta añadir el deseo, la fantasía contenida y la vía para cumplirla.
Mariam era una estudiante universitaria, que por cuestiones de comodidad e independencia, había decidido arrendar un apartamento pequeño, tipo estudio, en plena ciudad. Un lugar ideal, para estar tranquila, lejos de la disciplina y control de sus padres. Eso sí, vale decir, que su vida no era desenfrenada en exceso, tanto estudiaba y hacía sus deberes, como que a veces, también, se daba algunas libertades propias de la juventud hambrienta de diversión.
Cierto día, domingo para más señas, Mariam había terminado de repasar algunos temas pendientes relacionados con sus estudios. Sentada en su cama, decidió hacer una llamada a Tomás para que se acercara a su al apartamento y charlar y ver tele un rato, ya que estaba aburrida. Mientras esperaba a su ocasional amante, Mariam fue a la nevera, tomó una lata de cerveza y para refrescarse de un viaje, bebió la espumosa. Fue a su cuarto, se puso más cómoda de ropa, una camisa que Tomás dejaba en el perchero, de manera de tener cómo cambiarse en caso de quedarse hasta al día siguiente, cosa que frecuentemente sucedía. La camisa, le quedaba a Mariam, más parecida a un vestido corto, pero sin duda, le daba un toque más provocativo, ya que debajo de la misma sólo había ropa interior. La mesa estaba servida para un encuentro sexual más. O más bien, la mesa estaba casi servida, porque en cuestión de pocas horas la lujuria desenfrenada de Mariam entraría en escena.
Tomás llegó al fin. Mariam le abrió la puerta y le estampó un beso en la boca, más bien un beso tierno, de bienvenida pues."Estás muy provocativa, Mariam", dijo Tomás. A lo que Mariam respondió: "Siempre, querido...siempre lista, una nunca sabe". Ella busco unos tragos en la cocina, al tiempo que Tomás iba directo al cuarto.
Al cabo de cierto tiempo de estar ambos poniéndose a tono, entre tragos y conversa amena, el teléfono celular de Tomás interrumpió el momento. Era la inoportuna llamada de Fredy, tratando ubicar a su amigo Tomás. "Estoy ocupado amigo, estoy en casa de Mariam, mejor nos vemos mañana..." fue la respuesta de Tomás. Pero justamente en plena conversación telefónica entre Tomás y Fredy, la mente de Mariam estalló en malos pensamientos, en cuestión de segundos y mientras miraba a Tomás, su rostro fue dibujando la expresión de una "chica mala". Entonces, intervino: "Mi amor, no importa dile que venga, total tú y yo ya habremos terminado la tareíta pendiente". Tomás, no de buena cara, terminó por decirle a Fredy que se acercara al apartamento de Mariam. La joven, transformada en diablita, ya había maquinado la manera de cumplir su inquietud: "Qué se sentirá hacerlo con dos hombres al mismo tiempo". Ese pensamiento alzaba vuelo ya.
Calculado bien el tiempo, con mente fría, Mariam fue alargando su pasión en la cama, Tomás desenfrenado buscaba acabar antes de que su inoportuno amigo apareciera. Mariam, todo lo contrario. Se contenía, se reprimía, se dominaba. Entonces sonó el esperado timbre. La llamada a la puerta separó los abruptamente los cuerpos desnudos de Mariam y Tomás. "Anda, ábrele la puerta a tu amigo mientras yo me pongo la camisa y me arreglo un poco", dijo Mariam. Ya estaba Fredy en el sofá de la sala conversando con Tomás, cuando Mariam, ya más compuesta de su libido, salió a saludarlo. Ahora, el plan seguiría su curso. Al cabo de pocos minutos, Mariam regresó a la habitación y dejó a los amigos hablando. Ella se sentó en la cama, pensando con malicia y decidió llamar a viva voz a Tomás. Su intención era reiniciar su la pasión en la cama, pero esta vez con el añadido de un testigo en la sala...quién sabe si acaso un vouyerista creado por ella misma, o tal vez un invitado más a la cama. Su plan ya iba bien. Cuando Tomás entró al cuarto Mariam lo esperaba desnuda y de pie, muy cerca de la puerta. Ésta no dejó que Tomás cerrara la puerta, a pesar de la insistencia del chico. Mariam aceptó dejar la puerta entreabierta, como acordando entre ambos un pacto. Tomás le hizo caso, considerando que su amigo en la sala entendería la incómoda situación.
Tomás la abrazaba y la besaba mientras acariciaba desesperado la espalda desnuda de Mariam. La lanzó a la pequeña cama, y comenzaron a intercambiar lenguas como locos, las manos de Tomás iban y venían a la hambrienta vulva de Mariam, los dedos inquietos abrían de forma intermitente los labios de la vagina de Mariam, al tiempo que todo aquello se iba mojando de mujer más y más. Entonces Mariam elevó intencionadamente el volumen de sus gemidos. Ya en la sala, Fredy abandonaba la incomodidad para convertirla en curiosidad. Sabiendo lo que sucedía en aquel cuarto, se paró del sofá y se dirigió discretamente a la puerta entreabierta para echar un vistazo. Su miembro comenzaba a inquietar a su pantalón.
Mientras Tomás le succionaba un pezón a Mariam, como queriendo arrancarle el alma, Mariam desesperada le quitaba los pantalones y los calzoncillos, buscando sentir con sus manos la tiesa envergadura de su hombre. Eso sí, estaba clara que su excitación venía creciendo en la medida que pensaba que otro hombre, afuera en la sala, se estaba imaginando lo que a ella le estaban haciendo. Entonces gemía más.
Mariam ya tenía a su hombre completamente desnudo, lo convidó a que se pusiera de pie, y lo ubicó de manera que ella quedara viendo hacia la puerta, pues había pillado ya la mirada curiosa de Fredy. De rodillas ella, contempló por segundos aquella cosa toda parada, inflamada y dura de Tomás. No lo pensó dos veces y se la tragó hasta donde pudo. Pero su mirada se centró en la puerta como para decirle a Fredy que estaba invitado...que era cuestión de minutos. Fredy ya enterado que le tocaría, abrió la puerta por completo. Un sonido que Tomás conocía. Ahora lo que vendría era del conocimiento de los tres. Mariam se paró y se dispuso a acostar a Tomás en la cama, y éste se percató de la presencia de Fredy en la puerta del cuarto, pero no le dijo nada. Mariam de igual manera se hizo la desentendida y sin rubor alguno siguió la faena. La invitación directa a que Fredy entrara en acción no la iba a hacer verbalmente. No. Se colocó sobre Tomás que yacía en la cama boca arriba, tomó el miembro de éste y se lo introdujo de un envión en la vagina, entonces se inclinó hacia la cara de Tomás para besarlo. Sin embargo su real intención era quedar en tal posición de manera de mostrarle a Fredy sus nalgas abiertas de par en par, exponer el otro punto de encuentro de su fantasía: su ano.
Cuando Fredy vio a Mariam en cuatro patas sobre Tomás, entendió la indirecta y comenzó a quitarse la ropa.
Las gotas de sudor rodaban ya por la frente de Mariam, sólo esperaba sentir a Fredy también. Entonces se llevó ambas manos a sus nalgas y se abrió lo más que pudo. Esa era una inequívoca señal de lo que le estaba sugiriendo al otro invitado al fabuloso festín de carne que se estaba dando en esa habitación. Mientras Mariam se estremecía de placer aún con su torturado agujero, dejaba que Fredy procediera a poseerla por detrás. Primero lanzó un aullido cuando sintió que le estrellaban los pliegues del ano contra la cabeza decidida del miembro de Fredy. Pero se dejó. Entonces al tiempo que se movía rítmicamente sobre Tomás, iba sintiendo cómo se le abría el ano poco a poco. Sintió las manos de Fredy sujetarle por los hombros y supo allí que se aproximaba la entrada total a su cuerpo de un segundo miembro. Se abrazó más fuerte a Tomás y gritó todo lo que tenía. Ya estaba encarnada por detrás. Tomás y Fredy le estaban dando fuego por sus dos agujeros. Mariam se sintió ajena, no se pertenecía, sólo era una hembra poseída por dos machos. Era cuerpo y entrega. Dos hombres la estaban surtiendo de carne y ella lo disfrutaba. Decidió entonces buscar los orgamos, lo de ellos y el de ella. Se puso a menear el trasero con mayor desenfreno, sabiendo que a ese acelerado ritmo el semen de Tomás no tardará en llenarle la vagina...más aún, se disponía a extraerle a Fredy todo el líquido que pudiera. Así fue. Primero Tomás gritó: "Voy Mariam...voy". Segundos después Fredy soltó un gemido final, al momento en que trataba de introducir hasta el alma en el orificio del ano de Mariam. Finalmente, ya sabiendo que los fluidos de sus hombres se esparcían en sus partes íntimas, se estremeció con un temblor único y excitada al extremo se corrió teniendo dos miembros dentro de su cuerpo. Quedó tendida sobre Tomás, mientras que Fredy iba saliendo poco a poco de su trasero, para quedar de rodillas comtemplando aquel espectáculo vivido por pocos.
Mariam pidió a los dos amigos que salieran del cuarto, mientras se reponía de tan alocado momento. La verdad es que sólo quería quedarse unos minutos mirando las sábanas mojadas de sus jugos y del semen de aquellos amantes que le habían cumplido su fantasía. Mariam completamente exhausta, se quedó sentada en la cama, dibujando una pícara sonrisa en su cara, pensando qué otra fantasía le pediría su cuerpo...repiténdose..."ya lo hice con dos hombres".



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