sábado, 19 de marzo de 2011


NOCHES DE LUNA LLENA



Dicen que en noche de luna llena los mares se alteran, las aguas se inquietan, dicen que algunos seres cambian su actitud, su conducta. Dicen que ocurren cosas por "mandato de la luna". Dicen que las mareas del océano son causadas por la atracción gravitacional de la luna sobre ellos. Esto también pasa con nuestro cuerpo , en el que, hemos visto, tenemos gran cantidad de agua . Estamos hablando que, según el estado de la luna, se sucederían pequeñas mareas en nuestro interior .


Y es posible que el hombre lobo, también conocido como licántropo , una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo, sea producto de extrañas conductas de ciertas personas en el pasado. Se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos (probablemente junto con el del vampiro), y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de «hombres bestia». Pero no se habla de "lobas", y tal vez siempre han existido. Hoy día, en plena modernidad, una de las formas que puede asumir la transformación de un humano en bestia, es quizás en la expresión más instintiva que posea, es decir el sexo. Ese instante de arrebato, de hombre o de mujer, ese preciso momento en que la lujuria enajena la mente y se apodera de todo lo que signifique sexo, puede ser lo que la luna llena impulsa y convierte en lobas a muchas mujeres, sin que ellas lo sepan.

En la actualidad escuchamos expresiones que apuntan hacia ese momento de luna llena: "hoy quiero portarme mal", "me siento como una loba", entre otras, y es posible que todo comience con una frase y siga con la ducha y el roce del agua por las partes íntimas o con la manera de vestir ese día y luego a solas o con la llegada del hombre o la cita en algún lugar, todo lo que vaya a acontecer será la noche de una mujer depredadora o una intencionada presa fácil.



Sería importante, en todo caso, comentar un poco de la famosa leyenda. Realmente no hay que confundir los términos: licántropo es aquel hombre que, debido a algún trastorno psicológico, cree haber asumido el aspecto, voz y comportamiento de un lobo, a pesar de que realmente no haya sufrido ninguna transformación física; lo cual lo lleva a actuar de acuerdo a ello, entiéndase matando y cometiendo actos de canibalismo. Por su parte, el hombre lobo es tradicionalmente un hombre que, por efectos de magia o por propensión natural, posee la habilidad de transformar su aspecto en el de un lobo. Todas las características típicas de aquel animal - como son la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez- son en ellos claramente manifiestas, para desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino. Según las creencias populares, este hombre lobo puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente cuando sale la luna llena. Pero como decíamos al principio, la cuestión pudiera ser ser simbólica y ferocidad, fuerza, astucia y rapidez, justamente en la actividad sexual, conforman los elementos de una noche de locura.

Puede ser la historia de una joven de nombre Sandra, que a medianoche, asomada en la ventana y con toda la luna llena dando en su rostro, iniciaba su transformación de mujer a "loba", desde los labios de su vagina. Apenas se mostró frustrada porque su pareja no acudió a verla esa noche y ella "quería batalla", comenzó a pensar lo que hubiese hecho en la cama y en la imagen de su chico desnudo surtiéndola de carne, inició la erección de su clítoris, aún escondido detrás de la tela de su panty, también pequeñas gotas como de rocío mojaban sus delicados labios íntimos. El frenesí de la masturbación frente a la ventana no tardaría en expresarse. Allí parada, incluso sabiendo que los noctámbulos de los viernes la veían al pasar frente a su casa, cuestión que parecía excitarla más, aplastaba todo su cuerpo ya desnudo contra el cristal, así su transpiración iba humedeciendo la ventana. Ya agitada, contorsionaba al ritmo que sus dedos frotaban su entrepierna deseosa de placer. Sandra jadeaba, gemía, giraba y daba la espalda a la ventana, recostaba las nalgas en el cristal, se las abría de par en par, volvía a ponerse de frente a la calle y besaba con pasión sus propias manos, se lamía como una fiera lame sus heridas, disfrutaba cada espacio de su cuerpo. Al cabo de unos minutos, tumbó su cuerpo en la cama, boca arriba, abierta y jadeando después del orgasmo, poco a poco se iba volviendo mujer.

Fabiola y esa noche de luna llena


El caso de Fabiola es similar al relato anterior. Pero esta vez acompañamos la historia con un pequeño vídeo que ilustra muy bien lo que esta hermosa joven experimentó aquel día cuando, aún siendo de tarde, la luna llena, que apenas aparecía en el horizonte, provocaba escalofríos en su cuerpo.
Esa tarde, Fabiola, abrió su ventana de par en par, quería recibir la brisa fresca de ese día, vestida con ropa muy cómoda, necesitaba aire en su cuarto y en su cuerpo. Pero fue de pronto que su mirada se dislocó por completo y como poseída giró abruptamente y se colocó a un lado de la ventana, tan rápido su giro como rápido fueron sus manos a tocarse, por encima del pantaloncillo puesto, el bulto que sobresalía de su bajo vientre. Ella sabía muy bien que eso era una hoguera, sabía que brotarían de allí encendidas chispas avivadas por sus pecados de hembra.

En segundos el short diminuto y la tanga que cubrían sus endemoniadas partes, estaban ya en el piso, y ella, Fabiola, ahora se hundía en la vulva, casi brutalmente, casi tratando de hacerse daño, tres de los cinco dedos de su mano derecha, dedos que emergían completamente mojados y que más mojados quedarían luego de ser saboreados por la boca sensual de tan preciosa bestia. Pero les invito a ver una parte de esa historia en imágenes que tratan de buscar hasta en la ficción misma un acercamiento con la realidad.


La niña "loba"



Generalmente la transformación es lenta, puede iniciarse en cualquier momento y en cualquier lugar, puede comenzar con un pensamiento fugaz, pero provocador o puede ser producto de una cadena de acontecimientos acumulados que revientan de pronto. A veces la mujer loba busca su macho alfa y sólo a él se entrega, otras veces el conocido sexo casual o repentino es la fórmula para aligerar el peso de ser loba y no tener al alcance o cerca al hombre que casi siempre está. Y como hemos visto, también una alocada masturbación en solitario, un impulso de hormonas y deseos reprimidos o vivencias recordadas, culminan con propio placer de liberar energía sexual.


Son momentos de éxtasis, de locura sin igual, puede haberle ocurrido a una mujer, quizás una sola vez en la vida, pero nunca olvidará lo que pasó esa noche, no estamos hablando de la entrega inicial, esa que la hace mujer, no hablamos de la noche de luna de miel, hablamos de una clara y definida transformación de mujer a animal puro, hembra en efervescencia instintiva, pura piel, puro sexo, con su pareja, con otro hombre, con el amante o el desconocido, o una masturbación solitaria pero inigualable. Esa es la noche de la loba, noche que se puede iniciar con ese aullido silencioso que una mujer da con la mirada, o con ese gesto provocador y pícaro que suele expresar con su boca, con sus manos, con su andar o con su forma de vestir.


Hombres y mujeres expuestos a los influjos de la luna llena, bestias que en un momento dado sólo olfatean sexo, marcan territorio y esperan la oportunidad de entregarse en una batalla que, por instantes, gana el macho cuando penetra y hace gemir a la hembra, otras veces es el movimiento acelerado de la cintura femenina que casi revienta el corazón del hombre, pasividad y actividad intercambiadas a un ritmo infernal.

Los sudores específicos de cada cual, ese olor único de la hembra, de esa hembra en particular, ese olor de hombre que no es de otro cualquiera, besos caricias disparadas a toda velocidad, el dolor mismo como acompañante de algunos toques indebidos, el flujo vaginal...la mezcla interna con el semen. Es locura. No hablemos de amor. Es locura pura.

Es ella y todo su esplendor, es su cuerpo descubierto para deleite de si misma y de quien pueda ser su dueño, o de quien pueda ser la víctima. Nunca dejemos que esa luna llena se escape, si no es hoy esperemos la otra, pero cuando se sienta el aullido de ella, vayamos a buscarla o dejemos nuestro aullido para que venga por nosotros.


Que conste que no se ha tratado de ubicar a la mujer como un "objeto" desprovisto de nobles sentimientos, en lo absoluto, eso sí, hemos hablado únicamente del llamado de la naturaleza y del placer de sentir cada espacio de la piel de ellas, de las lobas, como un espacio para perder la cordura.

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