sábado, 30 de octubre de 2010





EL SEXO ANAL...
ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO


¿UNA PRUEBA DE AMOR O UNA CURIOSIDAD A FLOR DE PIEL?



Después del cunnilingus y el fellatio, el sexo anal es posiblemente la fantasía más recurrente de los hombres. Ellos lo encuentran fantástico. Y a ellas les parece doloroso y otras cosas más. Sirva este tema de hoy para que ellos lo logren y ellas lo disfruten.



El sexo anal heterosexual parece haberse puesto de moda. Y existen numerosas parejas que lo practican. Pero, la verdad es que muchas mujeres sólo lo hacen para complacer a su pareja, no por propio gusto.
Tradicionalmente, el sexo anal entre parejas heterosexuales fue una variante de la sexualidad, no siempre bien vista, que contribuía al control de la natalidad. Al principio se utilizaba más como una forma de evitar tener hijos. Y con el tiempo se empleó como una variante más de las prácticas sexuales. Sodomía es otro nombre para referirse al sexo anal.

Actualmente, la práctica habitual del coito anal se encuentra en torno al 10% de la población masculina y femenina. Parece probado que las mujeres urbanas con bajos ingresos suelen tener una experiencia con el coito anal (entre el 9% y el 38%) superior al de las universitarias (12%).


La razón radica, tal vez, en el atrevimiento y en saciar la curiosidad de algo que está en el ambiente en la cultura sexual. En los hombres puede ser la búsqueda de "aquello que falta", o el toque de sadismo propio de quien desea someter a quien cree que le pertenece, además del hecho de que esa penetración le genera una sensación distinta, pues el recto carece de lubricación propia y él siente más presión en el pene. Ella considera que es una zona por la cual deben "salir cosas" y no entrar, un lugar no muy higiénico en si interior, delicado y fragil. Sin embargo, el ano posee terminaciones nerviosas que producen placer extremo si se elimina el tabú.




Las mujeres terminan aceptando en mejor o menor grado el sexo anal por amor a su pareja. Es posible que con el tiempo se acostumbren y terminen aceptándolo con agrado. Pero, inicialmente, el sexo anal es algo que tienden a rechazar casi todas las mujeres.

Las razones de dicho rechazo son bien sencillas. Y no se trata, simplemente, de que esa actividad resulte un gran tabú para ellas. Es verdad que algunas rechazan el sexo anal porque no admiten que entre nada por un lugar destinado a que sólo salgan cosas, o porque supongan que ese tipo de actividad sólo es propia de la homosexualidad masculina y, por tanto, deduzcan que si su pareja se lo propone es porque tiene alguna inclinación escondida. Ese pensamiento ha ido quedando atrás, pues existen ahora más fuentes de información sexual. La resistencia sigue, pero es menor.



Sin embargo, algunas mujeres lo practican y la pasan muy bien. Se me ocurre que ellas están predispuestas y tienen menos rollos en la cabeza (prejuicios/ temores/ traumas). No obstante, en esta aventura la pareja tiene mucho que ver. Si a F. le va de maravillas es justamente gracias a su macho, un hombre intenso y delicado, que sabe guiarla y hacerla explotar.

"Al comienzo me daba miedo, pero luego comprobé que era increíble. Los mejores orgasmos los he tenido por atrás... Sé que muchas de mis amigas no me lo creerán", dice Fabiola, casada y bien seriecita. El asunto radica pensar en placer y dejarse llevar. Ciertamente como se ha dicho si hay amor de pareja, la chica sentirá que ese amor merece el dolor inicial, si sólo es curiosidad, atreverse es el camino...al final, igual el ano se dilatará en beneficio de la excitación y la locura.



CLAVES PARA TENER EN CUENTA
Él debe besar su espalda comenzando desde su cuello hasta su cintura. Que su lengua -poderosa e invencible- la desarme. Puede recorrer sus zonas erógenas y rodear su ano delicadamente, pero no debe quedarse allí. Es el comienzo.

Luego lanzar palmadas a sus nalgas, y comenzar a penetrarla poco a poco... Si intenta darse vuelta o decide frenar no hay que reaccionar con frustración. Bésala, bésala, bésala. Aprovecha este tiempo para susurrarle que nada malo pasará.

No pretendas arremeter salvajemente. Hay quienes sugieren que empieces con tu dedo. Usa lubricante... Penetrarla con tu dedo es solo el preámbulo. Resistirá y se incomodará menos. No seas tosco. Si le causas dolor ten por seguro que no le abrirá el paso a tu pene.

Mientras la abordas por atrás acaricia su clítoris y enciéndela. Besa sus pechos y su cuello. Ingresa a ella con calma y pasión. Pídele que se mueva suave, que se quiebre un poquito, y no dejes de ser cariñoso. Si te impacientes y te irritas perderás.

Una vez adentro se sugiere un movimiento circular. No empujes. Debes presionar de acuerdo a las sensaciones que ella vaya experimentando. Aprovecha su momento de más excitación para arremeter, pero no te excedas.


Mientras, ella, o sea tú, déjate llevar, recuerda estás desnuda para él, relájate, suelta los muslos, abréte toda. no pienses en dolor, imagínate hembra, hazle saber que le perteneces, busca pensar en placer, piensa en la cara de excitación extrema que tiene él aunque no lo estás viendo. Piensa que una parte de su cuerpo es todo tuyo y está adentro de ti. Disfruta el momento, si te duele...resiste un poco, el pene se irá ajustando, pídele que sea delicado pero no dudes en exigir un toque de frenesí, cuando tu trasero pida más acción.

Piensa que eso lo han deseado muchos, te lo han soñado en la calle, tus compañeros de colegio han fantaseado con tus nalgas abiertas, tus compañeros del trabajo, los vecinos, en la playa lo han visto casi desnudo, entonces piensa que quien te está poseyendo es único y que lo estás gozando.



El sexo anal ha venido a ocupar en la lista de tabúes el lugar que hace sólo unas décadas ocupaba el sexo oral. Es decir, que lo practican más mujeres de las que lo confiesan. Es cierto que el miedo al dolor o a una ejecución poco hábil por parte de tu compañero pueden alejar el orgasmo a distancias siderales. Y la tensión es enemiga del clímax. Pero no hay duda de que la penetración anal puede proporcionar orgasmos muy intensos y placenteros



El sexo anal requiere ciertas condiciones y es por eso que su práctica es mucho más recomendable en estados de excitación intensa. En este sentido, es necesario preparar la situación lo mejor posible. Una buena preparación augura unos resultados agradables y satisfactorios para ambas partes. Además de toda la parte lúdica, que permite que la persona se relaje al tiempo que se excita, es aconsejable asegurarse de que hay una buena lubricación. Entonces, por un lado, el ano se va relajando y, por otro, la lubricación adecuada facilita la penetración.


A las personas que no tienen mucha experiencia en esta práctica se les recomienda tener cuidado e ir poco a poco. El esfínter no siempre cuenta con la flexibilidad suficiente para la penetración pero la puede ir adquiriendo. No obstante, el criterio debe ser siempre el malestar y el dolor. Cuando el malestar excede el placer, no hay que esperar a que el dolor sea intenso, es hora de parar.


TESTIMONIOS

Waleska


"Me costó darlo. Cada pareja nueva me lo pedía. Pero mis amigas que lo habían hecho me decían que dolía. Pero con mi novio actual sucedió que me fue convenciendo poco a poco, y sus intenciones me excitaban. Lo intenté varias veces y no me dejé. Un día en la playa, nos quedamos solos y fuímos a un lugar con mucha vegetación. Me lubricó, me excitó y al fin!!!"
Andrea
"Desde que me hice mujer siempre tuve curiosidad. Cuando me masturbaba por delante, también inicié toque atrás. Se sentía rico y se lo mojaba en saliva se me abría más. Con mi primer novio lo hice, incluso antes que por delante. Lo disfruto mucho, pero hay días en que me siento más dada a hacerlo que otros".
Margaret

"Mi culo es una de las partes de mi cuerpo que más me agrada, los chicos que han estado conmigo se vuelven locos con mis nalgas. Y sí, lo he dado."
Lisette
"Lo dí una vez y más nunca me he atrevído. El chico de ese momento fue algo bruto, y me hizo daño. Lloraba y le pedía que no siguiera, pero no hizo caso, practicamente me violó, hizo que me orinara. Lo perdoné porque era mi novio...no lo he hecho más."
Carolyn

"Esa foto que envío es con mi novio actual. Tomó esa foto con la cámara puesta a "tiro de automático", en un momento en que me iba a penetrar por detrás. Su pene es normal, estandar, afortunadamente."

Claudia


"No sólo disfruto darlo, disfruto que me lo besen y que me metan los dedos, pero de forma delicada, el placer es demasiado."
Angélica

"Lo intenté muchas veces. Me ponía en varias posiciones buscando que no doliera. Un día decidí aguantar todo...y lo logré. Me ardía mucho, era como si me estaban partiendo en dos, pero a los pocos minutos, mi ano se había abierto todo y el pene iba y venía con más suavidad, incluso me movía para darle más placer a mi pareja."
Victoria

"Generalmente me pongo en "cuatro", pero cuando ya estoy saturada de pene por detrás, me acuesto boca abajo para que él pueda moverse sobre mí."

Roxanna


"Sólo duele un poco, no es para tanto, sufrí más cuando perdí la virginidad. Pero por detrás es un segundo y ya. Se siente muy rico estar "tomada" por el culo, es como sentirse puta, pero en un sentido placentero, es decir por gusto."




La Historia de Petruska

"EL MASAJISTA ME HIZO SUYA POR DETRÁS"


A veces una piensa que hay fantasías que se quedarán en eso. Pues no, hay unas que se cumplen. Y me sucedió a mí con un masajista. Siempre iba con un profesional del masaje terapeútico algo mayor, sin embargo enfermó y lo sustituyó un chico apuesto, muy serio él. Ya había tenido varias sesiones con ély no pasaba de cruzar algunas palabras conmigo. A veces las palabras no hacen falta.
Llegué al final de una tarde, me pidió que pasara a la sala de masajes y que me pusiera cómoda. Eso hice, entré y comencé a quitarme los zapatos, y justo cuando sentada en la cama de masajes, abrí las piernas, él entró y vió mi entrepierna, aún cubierta con i ropa interior claro. Pero ese vistazo tuvo algo de picardía de parte de él, eso quedó en el ambiente. Él salió de la habitación y dejó la puerta abierta.


Yo no la cerré, lo veía parar de un lado a otro mientras me echaba un vistazo de reojo, yo lo sabía y lo disfrutaba. Dejé caer mi falda y me puse de espalda para que me deseara el culo. Luego, con mi ropa íntima me monté en la cama, intencionalmente me abrí lo más que pude, me acosté boca abajo, me desprendí el sostén y me cubrí con la sábana, para después quitarme la parte de abajo, con malicia la dejé caer al piso para que él la viera cuando entrara. Y efectivamente así fue. Entró y me dijo: "señorita, se le cayó ésto al piso". y le dije: "Ay que pena contigo...". "Usas un hilo muy sexy, muy pequeñito, por cierto. Bueno, comencemos," terminó diciendo. Y yo para rematar, le dije que ya podía empezar que era toda suya.



Esa expresión lo chifló por completo, soltó una carcajada y me respondió: "Mra que te tomo la palabra." Entonces colocó sus manos en mi espalda, esta vez sentí las manos de un hombre, no eran masajes, eran caricias.


Me bajó un poco las sábanas que me cubrían y descubrió mis nalgas, sentí que bajó la toalla más de lo debido, pero lo dejé y además comenzaba a excitarme. Colocó sus manos en mis nalgas y las movía con ritmo, echó aceite y sentí como el líquido gel y caliente resbalaba por la fisura de mi trasero, con malicia lo levanté más, con ese movimiento se lo estaba dando sin decir palabra alguna.



De un tirón me quitó la toalla que me cubría, me abrió los glúteos de par en par, me excitó que contemplara mi ano, que lo viera con ganas, no era ético lo que me estaba haciendo, pero ya ambos sabíamos que no era un masaje lo que se estaba dando, sino el preludio de un macho con su hembra sedienta de sexo.



Sus dedos fueron a mis labios vaginales, y resbalaban hasta entrar a mi hueco delantero, metía un dedo, luego otro y otro, me surtió la vagina de cuatro de sus dedos, hizo que comenzará a gemir como prostituta. Después, giró uno de sus dedos en círculos sobre mi ano, suavemente sentía cómo se hundía hasta el fondo.



Me había vuelto loca, entonces olvidé el masaje y me volteé para decirle casi a gritos: "Coño ya!!! cógeme por el culo que no aguanto más!!



Él se sonrió y me dijo que ya estabapensando que no lo pediría. Eso me causó gracia y mientras sonreíamos, yo me ponía en cuatro patas sobre la cama de masaje, para llenar mi hambriento ano de carne de hombre...un masaje interno que jamás olvidaría.



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