martes, 12 de octubre de 2010






CUANDO LAS CARAS DEL DOLOR SE EXPRESAN CON PLACER

Puede ser un pensamiento, un sueño, o puede ser un toque especial


...pero la cara comienza a cambiar


expresa placer, gusto, satisfacción

y a veces expresa un dolor intenso


que es puro placer, puro clímax

Muchas veces hombres y mujeres, o personas del mismo sexo, según sea el caso, entran en el más puro e instintivo contacto carnal, con amor o sin amor, vestidos con sólo piel, inician la búsqueda del placer compartido. Preludio, caricias, besos, toques, manos inquietas que bajan y suben por los relieves del cuerpo, dedos que exploran duras erecciones o mojados escondites, todo un baile vertical u horizontal, pero baile al fin, así es la entrega.


Es sabido por todos que en el acto sexual, mujeres y hombres, experimentan cambios en el organismo que se expresan de múltiples maneras, situaciones que van más allá de lo necesario, pero que también tienen dosis de la propia experiencia individual y de todo aquello que conforma el contexto de su educación sexual. Una de las expresiones más excitantes del sexo es aquella que, curiosamente, se refleja en el rostro de la mujer, en tanto sea ella la poseída, y es una expresión de dolor.


¿Es esa expresión de dolor, verdadero dolor o la forma de expresar placer? Pues si hacemos un ejercicio mental y observamos sólo el rostro de una mujer que experimenta un clímax, o un orgasmo intenso, pudiéramos pensar que sufre. Sin embargo, no es así, y tampoco es masoquismo, lo que sucede es que el cerebro funciona con mecanismos propios de autoplacer y de estímulo a la otra persona para que su accionar sea más acelerado, una acción cíclica.


Algunas mujeres, en la medida que su experiencia sexual se acrecenta, advierten que sus gritos y gemidos generan más intensidad en el accionar del hombre en el acto, más aún, las expresiones en su cara a veces de excitación total y plena, incluyendo claro está, expresiones de dolor acentúan en el hombre la idea de que está logrando el objetivo de satisfacer a la chica.



También existen teorías que sugieren que en el acto sexual subyace el placer de la dominación, aquel que domina, en apariencia, tiene el poder y ese poder lo evidencia con lo que le está haciendo a la pareja. obvio, hay que considerar que el cuerpo tiene "botones" que disparan las reacciones ante el placer. Poder o no, caras intencionalmente volcadas a expresiones de dolor-placer, o simplemente la respuesta que da el sexo en su cruda manifestación de entrega, la cara de una mujer es un poema con una introducción romántica que va "tomando cuerpo", hasta alcanzar los versos de la lujuria al extremo del éxtasis.



En la gráfica anteror observamos a Denisse, en su cara notamos cómo la mirada va perdiendo conciencia, los párpados se caen y la mirada perdida, buscando aliento, hace que su dueño en ese momento, la agite más con una penetración más profunda. El hombre verá en su cara las señales a seguir. Así chicas, tomen nota, o lo experimentan por naturaleza o le ponen un poquito de "actuación" al asunto, en ambos casos lo van a disfrutar más. Y ustedes chicos, pidan en voz baja, al oído que le den la mejor cara que tengan, ellas entenderán la frase.



Ella, la joven con los ojos vendados, es Andrea, obvio que en esa fantasía su mirada se esconde, pero usa su boca entreabierta y el pasarse la lengua por sus labios, para reventar de locura a su chico. Ese gesto lo adornará con fruncir las cejas hacia abajo, lo cual indicará que está sintiendo lo que le hacen.



Ahora vemos a Johanna, sumisa en el piso, extendida a más no poder, abierta toda, pasiva, indefensa, sumisa y esclava, pero haciendo énfasis en su cara que se "dejará hacer de todo". Aquí se repite el gesto de los ojos casi cerrados y la boca entreabierta que deja ver la inquieta lengua. Ella, Johanna, sabe lo que siente y sabe lo que hace...pero irá a más.

Se deja llevar, se entrega, se muestra toda, sin pena, abre más la boca, en este caso ese gesto es como un "pedir más". Cierra los ojos por completo para indicar que está tocando las nubes en cada envión de miembro hasta el fondo de su vagina.

Y finalmente, en posición de perrito, su cara expresa dolor intenso, excitación desesperada, ella abre los ojos de manera intermitente para chequear que su hombre esté a punto, cierra los ojos de nuevo y gime más aceleradamente, suelta un grito, frunce el ceño, arruga la frente y espera el semen que la nutre.

Pero hay rostros sexys por naturaleza, caritas que expresan dulzura, y que cuando expresan lo excitadas que están, no se parecen en nada a la original. Mariana tiene uno de esos rostros. Noten cómo su hermosa cara es pura provocación mientras se quita la mojada braga, o prenda íntima o panty, inocencia maliciosa diríamos.



Comienza a perder la mirada mientras lleva sus dedos al clítoris y le da giros suaves, aún se ve serena. Pero minutos más tarde, ya en pleno juego íntimo con su chico, su cara será otra, claro está...la situación ha cambiado algo.

Aquí vemos a Mariana, en cuatro patas, de par en par, recibiendo "castigo", no puede evitar expresar lo que su cuerpo siente, su cara lo dice todo, todas las facciones de su rostro indican un convulsionado cuerpo, más específicamente, una vulva estremecida, unos labios vaginales abiertos cual flor, un orificio saturado de pene y otro, el ano, un testigo ocular de la penetración.


En esta última gráfica, Mariana muestra el rostro de una víctima de asesinato en sus segundos finales. Dirían en algunos países, en sentido figurado, "la están matando", Y ella así lo expresa. Su cara en nada se parece al de la chica de la primera fotografía de su secuencia, es claro que ahora disfruta ese "dolor" o mejor dicho, ese placer.





MARGARET Y LAS CARAS DE UN SUEÑO HUMEDO



Margaret, una hermosa joven rubia, con carita de holandesa traviesa, decidió ir a dormir pero llevaba en su mente una picardía que no pudo expresar en masturbación. Es decir, se fue a dormir cachonda, como dirían los españoles o con ganas de tirar, en otras palabras. Ella esperaba que su cansancio le rindiera los deseos de pecar.

Estaba agotada en verdad, en cuestión de minutos cayó rendida la hermosa criatura. Pero de pronto, su mente inició un paseo por los caminos de los "deseos reprimidos", tal vez en su sueño se apareció su mejor amiga lamiéndole el coño con suavidad y ternura, o quizás estaba montada en el escritorio mientras el profe le hundía el miembro en su ano glotón, o puede ser que soñara con que era violada a placer por varios hombres en un bosque. Lo cierto del caso es que Margaret, se movía mientras dormía, se movía con gusto, como si disfrutara algo que sólo su mente sabía. Se puso en posición fetal y llevó una de sus manos a los muslos, apretó bien y dibujó una sonrisa. De pronto, detuvo el movimiento de sus piernas y abrió lentamente los ojos, su mirada parecía buscar en el cuarto al causante de su pícaro placer.



Metió su mano por debajo de su prenda íntima, y casi al mismo tiempo la sacó para notar sus dedos mojados. Saboreó su propio jugo y volvió con sus traviesos dedos a su "loba hambrienta", inició movimientos suaves y rítmicos, luego apresuró la tarea. La cara iba cambiando con cada agitado movimento que se daba en plena vulva con sus dedos.

Ya sin nada de sueño, se puso de costado, levantó el culo un poco, como quriendo que algún espía se lo viera, se acarició las nalgas con marcado morbo, abrió las nalgas y mostró la piel más oscura que rodea su orificio anal, éste sólo cubierto por un pedacito de tela.

Vovió a llevarse las manos a su empapada intimidad, por encima de su ropa íntima se notó que se estaba hundiendo varios dedos hasta donde pudieran entrar. Entonces se contorsionó violentamente como si hubiese recibido una descarga eléctrica y en segundos se paralizó, respiró y soltó un suspiro.


Sn quitarse la pantaleta, o la braga, o el blumer, se lo apartó un poco para desnudar ano y coño, con cierta brutalidad lujuriosa se metió tres dedos y comenzó a moverse de un lado a otro, como buscando ajustarse toda la vulva con sus dedos, unos segundos pasaron y se quedó quieta...muy quieta mientras se poseía ella misma. Y de nuevo a moverse más y más rápido, ahora su cara expresaba dolor, locura, excitación máxima...el sudor recorría su cara estrujada de placer, sus nalgas también dejaban delizar gotas de sudor hacia la la raja, para, finalmente, resbalar por el ano y confundirse con las gotas de líquido vaginal que también sobresalían del orificio vaginal justo cuando ella retiraba sus dedos de allí.


Margaret se volteó , se puso boca arriba, vencida por el orgasmo, su rostro fue retomando normalidad, volvió la serenidad, la mirada se posó en el techo, contemplativa, casi mística, Margaret tenía otra cara. Ahora tal vez sí vendría un sueño menos inquietante...y se fue durmiendo poco a poco...poco a poco.
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