domingo, 11 de julio de 2010



EL FLAHS, UNA SESIÓN FOTOGRÁFICA O UNA CÁMARA CÓMPLICE

EL IMPULSO ESCONDIDO DE SER VISTAS Y DESEADAS


Son historias, relatos y vivencias...

a veces hechas en la íntimidad de una pareja


otras veces, hechas por ellas mismas para mostrar que son hembras,


hembras que quieren ser devoradas



Tal vez es una experiencia más común de lo que muchos piensan, tal vez es el instinto de la mujer en un momento en que el cuerpo le "está pidiendo algo", saber que luego, en la distancia estará despertando en deseo de alguien por tenerla. Quizás, es el instinto del hombre por disfrutar con la mirada, pues dicen que el hombre es más visual y la mujer es más sentimiento. en cualquier caso, la tecnología ha puesto su granito de arena, cámaras de alta resolución, prácticas, digitales...fotos e imágenes, web cam para mostrarse a distancia, sin temor y sin ninguna barrera mental, son hoy día una herramienta para mover las fibras ocultas de la seducción, del placer, del sexo.

Y puede suceder en cualquier momento. Una tarde lluviosa en la habitación de un hotel, ella y su chico, ambos deseosos, preparados para degustar sus cuerpos, ella sabiendo lo qué le espera, él con la propuesta, ella con las ganas. Entonces, click y flash, uno trás otro...una pose inocente, mostrando una parte provocativa de su ser, luego una pose atrevida, deshinibida, sigue el quitarse una prenda con brusquedad, el rostro pícaro, la sonrisa maliciosa...la desnudez total, el zoom a si intimidad humeda ya,
su espalda, sus nalgas...toda ella para él...quizás para ellos, porque en el fondo ella puede pensar que de esas fotos serán mostradas, aunque no necesariamente.
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Puede suceder en un estudio fotográfico, algo más profesional, pero siempre con el instinto a flor de piel. Ella obedeciendo las pautas de él, sumisa frente al lente curioso y morboso de la cámara, esperando que le pidan más, esperando ofrecer todos sus encantos

Incluso, no siempre hay sexo después de las fotos, ocurre, o puede ocurrir, que eso era lo deseado y nada más. Difícil de creer. En todo caso la idea es hecha realidad. El cuerpo expuesto en total esplendor, cada detalle, cada encuadre, profesional o no, capta algo más que figura, capta la expresión humana de los pensamientos escondidos de la sexualidad.


El deleite, la mirada ociosa, la búsqueda de fijar en el recuerdo de él toda la imagen de ella, o la locafantasía de ella de saber que es y será deseada, que van a querer poseerla, que el tiempo y su cuerpo flotarán con cierta frecuencia en la mente de él, de ellos, y porqué no, de ellas...de las otras que, en silencio, sueñan con tenerla sin que se sepa. Un mundo que da para todo.

Es la locura de los nuevos tiempos, la clara expresión que lo que se pueda vivir se vivirá, de que todo aquello que proporcione placer, sin dañar, se intentará, es la lujuria que recorre las mentes de hombres y mujeres y que, en determinado momento, coinciden los elementos necesarios y aparece lo buscado.

La historia de Yolanda es una de esas historias que comenzó así. Un día, con su novio, en un momento de travesuras de alcoba, él le dijo. "Me gustaría tomarte unas fotos, para cuando esté solito en mi casa, verlas y recordarte ese divino cuerpo". A lo que ella respondió: "Bueno...por qué no, pero eso sí, las ves tú nada más". No hubo más palabras, todo se había dicho. Él, cámara en mano, tomó posición frente a ella. Inició con desabotonarse el blue jean, lentamente, pícaramente, entonces dejó mostrar una parte de su ropa íntima.

Luego, bajó más la parte derecha de su pantalón, poco a poco flah trás flash, la excitación iba apareciendo. Ella deseosa de quitarse toto de una sola vez, quería mostrarse desnuda de una sola vez. Él, la contenía.

Entonces, con ambas manos bajó hasta sus rodillas su pantalón. Mostró su pantaleta, sus bragas como dicen en España, su entrepierna pedía a gritos ser descubierta para él. Su vulva estaba más deseosa de ser penetrada que de la sesión fotográfica.

Sucedió que Yolanda dejó ver parte de su vello púbico, una parte primero, luego fue mostrando el inicio de su fisura, la rajita de si intímidad parecía palpitar a mil. Soltó su prenda íntima hasta el piso. Luego retrocedió hasta tropezar con la cama, se echó atrás, se tumbó boca arriba, se acarició los labios para buscar más fluídos, se lubricó, se excitó, se estremeció y comenzó a jadear, abrió sus piernas de par en par, con sus dedos estiró sus labios, mostró su orificio hambriento...sabía que la cámara en flash sucesivos le captaba el fondo mojado. La misma profundidad que sería llenada más tarde con el pene erecto de su chico. El final todos sabemos cuál fue.
Al cabo de unos días ya se había encendido en Yolanda la idea de mostrarse más, de ser vista por muchos hombres, deseada por miles. En su cuarto, cierto día, excitada y lujuriosa, se puso una sexy ropa íntima, para verse más provocativa se colocó un sombrero tipo cow boy...encendió la computadora, dispuso en posición su cámara web, y le dió play a una música muy movida. El show comenzaba para ella...pero luego haría navegar su cuerpo por la red para deleite del deseo de muchos.





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