domingo, 4 de julio de 2010

EL DIÁLOGO ÍNTIMO ENTRE EL ANO Y LA VAGINA





La vagina, dotada de lo necesario para el placer...


El ano, un mundo oscuro pero palpitante



La vagina, un puerto de entrada y salida del placer y la vida misma



El ano, deseado pero muchas veces prohíbido


Ella, la vagina, el punto de atención de su dueña y del hombre también



El ano, mirado por ellas con cierto tabú...deseado por ellos con marcado morbo




PERO AMBOS ÓRGANOS TIENEN MUCHAS COSAS QUE DECIRSE




Hace muchos años, apareció en un famoso monólogo de la vagina, un libreto que fue llevado por el mundo dentro de los géneros del teatro. Era la inspiración de alguien que entendió en su imaginación que si la vagina pudiera por sí misma hablar, tendría muchas cosas que decir. Y así como la conocida película de Toy Story, en la que los juguetes se toman la vida en serio y hacen que todo aquello que los rodea pertenezca a su mundo, a veces puede suceder que nuestros órganos corporales, se quiten el lógico yugo del cerebro como motor de todos nuestros pensamientos y actos, y comiencen a expresarse sin miedo.


El el pleno sur del cuerpo femenino, abajo, para más señas, se encuentran dos orificios muy particulares: el de la vagina, y el del ano. Sólo separados por una frontera que no excede los 2 centímetros y medio. Hombres y mujeres, adultos claro, sabemos muy bien cuántas vivencias ocurren en tales territorios, pero nunca sabemos qué cosas se dirían el ano y la vagina si pudieran hablarse. Pues en este relato de hoy, ellos, en un momento en que su dueña no se percató, decidieron entablar el diálogo que a continuación les presento.




- La vagina: Uff, estoy como desesperada hoy. Se me ocurren cosas que me hacen temblar...y zass, me me pongo algo humeda



- El ano: Huy te odio, te odio. Nunca me dejas nada, eres una glotona enfermiza. Já, pero sabes muy bien que es a mí a quien desean locamente.



- La vagina: Ay ya, cállate. tú a lo tuyo, que para eso existes. Sólo eres un mirón muerto de hambre. Malagradecido...por lo menos te dejo mirar cuando yo estoy comiendo mi manjar.



- El ano: Pues sí, lo veo todo...y también oigo cuando el hombre pide que lo dejes entrar en mí, que está loco por sentir mi tibio abrazo y tú, por miedosa y cobarde no lo dejas...sabes muy bien que si me prueban, será muy difícil que te quieran como a mí...



- La vagina: No me hagas reír...je je je je. Los vuelvo locos, me besan, me acarician con la lengua, me abren con sus dedos de par en par, como una flor, pruebo todos sus dedos...y todos los centímetros que puedan entrar. Tú, en cambio, eres un llorón, apenas entra un dedito y gritas!!!



- El ano: Pues...lloro un poco nada más, pero al cabo de unos minutos me dilato y disfruto todos los dedos posibles. Y cuando entra el pene lo devoro con calma, sin apuro como tú...yo degusto el sabor, aprieto con placer...



- La vagina: Huummm, puede ser...pero a veces, la cagas eh...la embarras como quien dice, je je je je.







- El ano: Bueno, a veces me porto un poquito indiscreto, dependiendo de lo que ha comido nuestra dueña. Pero el hombre no se molesta, él sabe por los caminos que anda. Y además, soy agradecido de lo que me dan, porque me quedo con todo el semen adentro...en cambio tú...je je je...vomitas inmediatamente una buena parte. La verdad es que si no te gusta no deberías tomar nada.
- La vagina: Esa es mi naturaleza. Por algo Dios me dió el don de recibir la esperma necesaria para sentir placer y procear. Y lo que se me sale te lo regalo...por eso digo que eres un malagradecido...




- El ano: ¿Me lo regalas? Eres una insensible!! Yo recibiendo los constantes golpes de los testículos y después me bañas del semen que botas. Huy me estoy enojando con lo que dices...eres malvada...por eso es que sangras regularmente, como castigo!!

- La vagina: ¡Ya basta de tu lloriqueo! ¿Acaso yo no he tenido que soprtar la verguenza de tus gases inoportunos?

- El ano: Son involuntarios...pero yo también he tenido que soportar los tuyos, ruídosos por cierto...

- La vagina: Sssss, silencio. Los chiquitos se callan. Allí viene el pene...y quiero estar cómoda para él.

- El ano: Por fa, por fa...yo también quiero, no seas glotona...me portaré bien, podemos divertirnos tanto tú como yo. Siempre estamos cerca, siempre estoy pendiente de tus dolores, de tus quejas...te consuelo cuando te maltratan, somos la misma sangre!!! Aunque sea deja entrar los dedos!! por favor!!!

- La vagina: Huumm, bueno ya...no llores, mira que te salen más arrugas. Está bien, hoy comeremos tú y yo...pero primero yo, por aquello de que hay que ser cuidadosos con la higiene. S i te portas bien...te compraré un hermoso consolador...sólo para tí.

- El ano: Gracias amiga!! Ya me estoy dilatando de sólo pensar lo que me espera...uff. No esperaba menos de tí querida vagina.



- La vagina: En fin...vamos a prepararnos, espero que no te quejes, son 18 centímetros lo que vienen...Hey...¿qué fue eso que escuché?



- El ano: Pues...fuí yo, solté un gas cuando dijiste 18 centímetros...me puse nervioso, no volverá a ocurrir!! lo prometo. Hey...amiga...habla... dí algo...






Pero ya la vagina no puso hablar, siguió las normas, aquella que dice que con la boca llena no se habla. La vagina ya estaba recibiendo todo el pene que podía, ya estaba dejando escapar gotas y gotas de líquido, que, poco a poco irían a salpicar al ano deseoso...el ano, a veces echaba una mirada a lo que acontecía cada vez que los testículos le dejaban espacio. Ya le tocaría su turno...era cuestión de minutos.






Al cabo de unas horas, ya la vagina saciada y el ano también, la dueña se había despedido del pene invasor, invasor deseado por supuesto, se había colocado su ropa íntima y se había colocado boca abajo mientras leía un libro. La vagina palpitaba aún...todavía vaciaba a ratos parte del semen que le había entrado. El ano, guardaba silencio absoluto, adolorido pero igualmente saciado. Ambos órganos, ambos orificios saben muy bien que en el fascinante mundo del placer y la lujuria que da el sexo, tienen espacio los dos. Las fantasías se pueden hacer realidad, la historia del cuerpo les ha dado a ambos la oportunidad de ser deseados...apetecibles...siempre.




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