sábado, 1 de octubre de 2011




SEXO EXTREMO
Advertencia: No ejecute esta acción sin la supervisión de un experto, a menos que seas tú ese experto o esa experta. cualquier atrevimiento sin la destreza necesaria puede traer consecuencias no deseables.

En esta nueva entrega de la sección "Sexo Extremo", presentamos a Erika López, una atrevida chica de Venezuela, quien asumió el reto de mostrar la capacidad interna de su vagina. Un acto que presentamos en una secuencia de tres fotografías, pues la cuarta foto, decidimos no incluirla por la crudeza que evidenciaba. Erika comenzó su loca tarea con un extremo ornamental de madera de una hermosa mesita que adorna su cuarto para introducirse el capullo completo de esa pulida madera.



La hermosa vulva depilada de Erika se fue acercando a so destino de caoba, con un paso lento que recuerda las rutinas de una escena de circo, en la medida que se acercaba los cerrados labios íntimos dejaban entrever el brillo típico que da la humedad de la excitación.


Ya enfrente de la mesita, Erika levanta una pierna y la coloca sobre la mesa, quedando su coño travieso justo a la altura del redondez de madera que sobresalía, tal como pueden ver en la gráfica. Entonces poco a poco se fue montando en el trozo liso de madera y fue empapando de líquido de mujer todo el contorno necesario, deslizó sus labios mojados una y otra vez y cuando se sintió lista, se fue dejando caer suavemente al tiempo que comenzaba a gemir, su coño fue cediendo lentamente frente al peso inevitable de Erika sobre la madera, el orificio se fue tragando todo lo que la vista antes había captado, ya buena parte de la madera se había adueñado de la vagina de esta chica.




LA OTRA HISTORIA DE CAPERUCITA ROJA


Hay historias que escuchamos desde niños, cuentos llenos de fantasías, de paisajes hermosos, cuentos con villanos y con héroes, de príncipes y princesas, de brujas y seres ingenuos e inocentes. Y siempre un "final feliz", sin duda como todos soñamos tener. Pero cuando se crece, cuando se abandona la niñez y se va entrando a una realidad casi brutalmente cruda, nuestros pensamientos nos hacen ver que, quizás, aquellas historias pudieron ser menos cándidas y más cercanas a lo que acontece en lo cotidiano. Posiblemente los autores de esos cuentos evadieron la represión cultural y social de la época, comunicando de otra manera lo que moralmente no estaba permitido ni soñar. Posiblemente caperucita no era tan inocente, ni el lobo era tal, pudo ser un encuentro, eso sí, entre la lujuria escondida en un bosque de un hombre común y el deseo reprimido de una niña que quería ser mujer. Vamos pues al encuentro de esa especulación que la mente erótica nos da como licencia.


Erase una vez una niña muy bonita, ya superaba los 17 años, delgada, de cabello castaño, y con todo el cuerpo a reventar de estrógenos, esa hormona que sin que la mujer lo piense va pidiendo lo que hace falta, incluyendo el apetito sexual. Su madre le había hecho una capa roja y la niña la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelita que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese en el camino, porque cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre estaba acechando por allí el lobo. Caperucita diligentemente aceptó la encomienda, iría a cruzar el bosque con mucho cuidado pues ya algunos hombres le "habían echado el ojo", y aunque los vulgares piropos de aquellos tipos le resultaban repugnantes, había ocasiones en que se excitaba en silencio al escuchar cosas que le despertaban la curiosidad.

Salió Caperucita muy alegre con su cesta con destino a la casita de su abuela, al cabo de cierto tiempo, tuvo la urgente necesidad de orinar, común en esos esplendorosos bosques que las personas se hicieran a un lado del camino para cumplir con tales urgencias del cuerpo. Ella miró a los lados para evitar ser vista por quienes pudieran pasar por el sendero, se bajo las medias altas que llevaba, se bajó la panty y se agachó por unos cuantos segundos para vaciar su vejiga, de pronto escuchó un ruido, como de pisadas sobre hojas secas, de inmediato se acomodó sus ropas y despavorida salió de ese apartado rincón del bosque dejando la cesta de pasteles. Temerosa aún se sentó afligida por dejar los pasteles que con tanto esmero había preparado su mamá para la abuelita. Pero sus pensamientos de tristeza fueron cambiando poco a poco, y se desviaron para dedicarse a imaginar que su intimidad expuesta al aire, pudo ser vista por algún hombre, y eso, en el fondo, le estaba produciendo cierto placer.



Y estaba en lo cierto. No sólo había sido espiada, sino que su rastro de orine había excitado al macho que la vio, no precisamente un lobo macho, sino un hombre, un aldeano que llevaba una máscara de lobo nada más, del resto estaba completamente desnudo y en plena época de apareamiento. Ese ser "hambriento de sexo", la estaba siguiendo sigilosamente y como típico depredador, acechaba a su presa con marcada paciencia.


De pronto salió de los arbustos, levantó sus brazos en señal de asalto y mostró en todo su esplendor su pene erecto y dispuesto a la faena. Sin embargo, sólo quería ser visto por instantes, quería hacerle saber a la presa, es decir a Caperucita, que no tendría escape. El "lobo", volvió a esconderse entre la maleza del frondoso bosque.

Caperucita se quedó inmóvil, sentada, quieta, sólo se movió para cubrir su boca por el asombro de haber visto aquella bestia desnuda, más aún, su mirada se centró exactamente en la "otra bestia", la que tiesa se e inflada de sangre destacaba de la entrepierna del hombre. por primera vez había visto un miembro. Y al ver aquello, su vulva comenzó a palpitar a ritmo acelerado, sin que nadie le explicara fue entendiendo los gritos silenciosos que salían de su coño mojado ya. Pero había miedo.


El lobo la fue rodeando poco a poco hasta quedar detrás de Caperucita, mientras tanto ella, impávida sólo movía sus ojos de lado a lado, como tratando de adivinar por dónde aparecería otra vez ese hombre desnudo. Ella sabía que su vida no corría peligro, el sólo hecho de ver a aquel hombre desnudo y con el pene erecto, le hacía intuir que la quería para saciar sus deseos sexuales, con tal pensamiento y de manera inteligente y atrevida, ya había cruzado por su mente no oponer resistencia si ocurría el encuentro cercano.



De repente vio al lobo , que era enorme , delante de ella, con su espectacular máscara, desnudo y y con el miembro tan erecto, robusto y duro, cual árbol del mismo bosque - ¿A donde vas , niña? - le pregunto el lobo con su voz ronca. - A casa de mi Abuelita - dijo Caperucita, sin levantar la mirada, eso sí, al estar sentada en un roca y tener al lobo enfrente y de pie, sólo atinaba a mirar con estupor el primer pene de su vida. - No temas preciosa flor campestre, no te ocurrirá nada que a ninguna mujer no pueda ocurrirle con un hombre - prosiguió el lobo. entonces Caperucita levantó al fin su mirada y al mirar la máscara, a través de la cual se podían observar los ojos del hombre que la llevaba, dijo - ¡Que ojos más grandes tienes! - Son para verte mejor cariño - dijo el lobo. - ¡que orejas mas grandes tienes! - Son para oírte mejor, pero anda, vamos continua detallándome todo el cuerpo Caperucita- siguió diciendo el lobo. - Huy, y que dientes tan grandes tienes! - Son para morderte mejor, mi amor, pero mordiscos suaves que te gustaran - dijo el lobo mientras soltaba una carcajada. entonces Caperucita ya menos inocente en cuanto a lo que le podía suceder, dijo - ¿No irás a hacerme daño? No mi dulce niña, tal vez algunas cosas te produzcan un leve y placentero dolor, sólo eso - remató diciendo el lobo mientras acercaba cada vez más su pene a la cara de Caperucita.


Justo cuando Caperucita echaba su rostro hacia atrás, evitando el contacto con el miembro tieso e inquieto del lobo, dijo - ¡Wooooaaaoo, Cielos, que grande y grueso tienes eso - al tiempo que señalaba con su dedo índice el musculoso pene del lobo. Entonces la hambrienta fiera humana, ripostó - ¡Eso es para cogerte mejooooor! - ¿cogerme mejor?, no entiendo - le dijo Caperucita. El lobo a escasos centímetros de hacer tocar la punta de su miembro con los labios entreabiertos de la niña, mientras le acariciaba la cabeza y sus cabellos, le explicó de esta manera - Pues, aunque el tamaño de eso no siempre es importante, en mi caso eso que ves me va a permitir cogerte mejor, eso significa metértelo en cada orificio posible de tu cuerpo. Debes haber visto en este hermoso bosque cómo una ardilla macho se monta desde atrás sobre una ardilla hembra, por ejemplo, a eso se le llama cojer. y eso te voy a hacer mi dulce Caperucita.


Los instantes que siguieron a la explicación del lobo, se notó que la hermosa criatura iba cediendo frente a lo que ya era evidente que deseaba probar.- Dijiste que meter eso en mis orificios ¿es cojerme? - preguntó Caperucita - y expresó seguidamente - no creo que eso entre en algunas parte de mi cuerpo. El lobo ya impaciente y excitado, sólo atinó a decir - Tu cuerpo está creado para lo que vas a vivir Caperucita, todos esos jugosos huecos de tu lendo cuerpo se abrirán al placer. inmediatamente, tomó fuertemente la cabeza de Caperucita desde la nuca y la empujo hacia adelante de manera que ella no tuviera más opción que abrir la boca y tragarse de un envión sus primeros centímetros de miembro de hombre.

Sólo se escuchaba en el bosque el canto de las aves, el sonido silvestre del viento contra los árboles y un especial gemido atascado en la garganta de Caperucita, pues toda su boca estaba llena de carne erecta. El lobo, la miraba extasiado desde su erguida posición. Ella posaba sus ojos en el vientre sin vello púbico del lobo que la la estaba "cogiendo" por la boca.


Una y otra vez iba la cintura del lobo hacia la cara de Caperucita para enterrar de su pene todo lo que fuera posible en la boca de ella. Caperucita ya se había entregado a la succión pasiva del su miembro de su amo. Los movimientos del lobo hacia adelante y hacia atrás, le habían indicado el ritmo que su cabeza tenía que hacer también, hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y hacia atrás, a veces rápido, otras veces lento.




De repente y sin previo aviso, casi de manera brutal, el lobo retiro la boca de Caperucita de su alocado miembro, puso la cara de ella a corta distancia, sujetándola por la cabeza y apuntó su pene al rostro la la nerviosa Caperucita. Unos segundos luego, mientras el lobo aceleraba los movimientos con su mano rodeando su músculo viril encendido, soltó un gemido ronco al tiempo que disparaba un chorro blanquesino y espeso sobre la cara de ella, un chorro a alta velocidad primero, después intermitentes, pero intensos igual. Ella, Caperucita, con la boca entre abierta, impresionada, saboreaba tal vez sin querer el semen que rodaba por sus labios, sus ojos...más abiertos aún. El lobo pensando quizás que ella necesitaba una explicación le dijo - Esa es mi leche, es el néctar de la vida, sale de lo más profundo de mi cuerpo, esa es la mitad que aporta un macho a una hembra, para tener niños, cuando ésta, es decir la mujer, toma esa leche por su parte de abajo...pero hoy no te sucederá eso, soy un lobo responsable, y aunque llenaré todos tus ricos agujeritos con mi miembro...no vaciaré más leche en ti. Ahora vuelve a mamarlo para que lo limpies y pueda ir por tus partes íntimas hermosa flor. Caperucita gustosa ya, acercó su boca al pene del lobo y esta vez con marcado placer inició la tarea encomendada.



Después de cierto tiempo, sentados ya relajados el lobo y Caperucita, ya ella con más confianza, se procedió a otra fase de la iniciación sexual de la joven de capa roja. El lobo se paró de nuevo, levantó a Caperucita del suelo, la puso de espaldas a él, levantó su falda, le bajó de un tirón sus medias blancas e con el mismo impulso violento, le quitó la tanga que llevaba puesta, por cierto empapada de lujuria. el lobo inclinó la espalda de ella un poco hacia adelante, contempló el hermoso y tembloroso culo de Caperucita, le abrió las nalgas y mojó con saliva su dedo medio para darle caricias circulares al ano de la bella joven, mientras la excitaba, mientras le dilataba el ano con pequeñas y fugaces entradas de su dedo le dijo - Tal vez querida niña mía, sientas un leve ardor cuando te coja por aquí, tal vez alguna leve molestia, tal vez hasta pienses que te dan ganas de ir al baño a hacer tu necesidad...no temas, será cuestión de minutos porque luego estarás entregada al placer total. Dicho eso, colocó su miembro en el húmedo agujero de ella y se lo fue abriendo conforme avanzaba hacia sus nalgas, el lobo calculando el primer alarido de Caperucita al ser penetrada por el culo, sujetó fuertemente la cintura de ella evitando que escapara del dolor. Entonces fue con todo hasta lo más profundo de ella. A unos cuantos metros de distancia, la abuela, sentada en una mecedora a las afueras de su casita escuchó un grito impresionante que salía de lo más hondo del bosque, era el grito de su nieta Caperucita que perdía la virginidad de otros de sus orificios. la abuelita, quizá acostumbrada a escuchar cosas similares, siguió tejiendo mientras esperaba sus pasteles.


Pero era su nieta la que degustaba a unos metros de allí, el pastel de carne dura que su ano se tragaba ahora con inusitado placer, si se considera que era la primera vez, su recto se había ajustado al vaivén del pene del lobo. Un buen rato estuvo Caperucita "tomada por el culo", sudaba ya copiosamente cuando el lobo fue retirando su miembro del culo de de la vencida niña.
Pero sin darle descanso la puso de rodillas y le volvió a meter la polla en la boca, no estuvo en su boca más de dos minutos cuando la soltó, la recostó sobre el terreno boca arriba y le apartó hacia un lado la ropa íntima que Caperucita se había vuelto a subir después del sexo anal, las manos inquietas del lobo fueron a para a los labios mojados de Caperucita, los abrió de par en par, mientras ella se estremecía excitada, el lobo metió un dedo suavemente hasta encontrarse con el himen frágil de esa virginal vagina, lo rompió un poco y decidió montarse sobre Capericita de una vez. Ella sentía que se le desgarraba el alma desde abajo, que la estabab partiendo en dos, pero también sabía que eso iba a pasar tarde o temprano y que en esta casual aventura, la excitación le estaba ayudando a disfrutar a pesar del dolor de su primera vez. El lobo yacía sobre ella, en acompasados movimientos, mientras el aire se llenaba de los gritos y gemidos de ella y los gritos y gemidos de él. Ya en la entre pierna de Caperucita emergía un hilo de sangre y se notaba una parte del pene del lobo enrojecido por la defloración de ella. Caperucita estampó su mirada en el cielo cuando el lobo entró todos sus centímetros en ella, comenzó a temblar, contorsionó su cuerpo y rodeó con sus brazos la espalda del lobo, ya convertido en hombre saciado de sexo virgen. No sabría Caperucita que aquellos espasmos serían la señal de sus orgasmos futuros. Lo cierto es que se entregó al placer ese día.


El lobo se separó del cuerpo de Caperucita y tiernamente, cual lobo manso, fue ajustando la ropa desarreglada de la estrujada anatomía de la hermosa niña desvirgada. Acarició su cara, la beso en las mejillas primero y después en la boca, se puso de pie y desnudo marchó satisfecgo bosque adentro, jamás se quitó la máscara. Caperucita lo miró irse y una fresca sonrisa se dibujó en su cara, una sonrisa que parecía decir: "volverás por mí".



Desde aquel día Caperucita Roja, no sólo usaría habitualmente la capa que le dió ese calificativo, sino que también usaría siempre ropa íntima exclusivamente de ese color. Pasados unos días y con ganas de volver al bosque, Caperucita le dijo a su mamá - Mi abuelita no pudo comer tus pasteles ese día mamá , pues como te dije me asusté mucho al pensar que alguien me seguía y corrí despavorida y dejé la cesta, pero hoy estaré más atenta y llegaré con los pasteles a casa de mi abuelita. Al decir eso su coño comenzó a palpitar como presagiando otro íntimo encuentro con el pene del lobo. Su madre acetó la idea y Caperucita se ajustó la capa al cuello y se asomó a la ventana a mirar el camino, mientras su mamá preparaba la cesta de pasteles para la abuelita. posiblemente en esta oportunidad la abuelita sí logró comer pasteles, pero lo que sí es seguro es que la excitada entrepierna de Caperucita volvió a comer pastel de carne erecta. Y otro final feliz. Como se dice en estos casos: Colorín colorado esta historia se ha acabado.




Bella Spice

Ella es Bella Spice, quien se ubicó en segundo lugar de la votación en semanas pasadas en la encuesta que ganó Daisy, a quien dedicamos el número anterior. Bella Spice es un a pequeña espectacular colombiana, que muestra que las latinas tienen mucho que dar. Por resultar ganadora del segundo puesto, esta página estaba en deuda con todos los lectores y lectoras que votaron por ella. Aquí la tienen.

Y recuerden, no se queden en esta lectura de hoy, busquen en archivos del blog interesantes, historias eróticas, cuentos, relatos, fotos y vídeos para retomar las energías que produce la fantasía sexual en nuestras mentes.



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