martes, 5 de julio de 2011



CUENTOS DE PURA PIEL

En esta página no se conformen con ver y leer la principal, en archivos del blog pueden encontrar material literario, historias, cuentos, fantasías, imágenes y vídeos para poner a "volar la imaginación". Sientan en carne propia el llamado de la piel y la búsqueda del placer sexual, el placer de lo erótico. A continuación un vídeo promocional subido a youtube para ampliar la red de seguidores. Espero que les guste.



La historia de Katherine

aquella niña que se convirtió en mi dueña


Aquella tarde de larga y tediosa lluvia, mientras estaba en mi estudio fotográfico, lo menos que pude pensar es que en las horas que vendrían, un alocado tormento se instalaría en mi mente. Ella, Katherine, entró al estudio para tomar un curso. Los días me cambiaron desde entonces…


Tenía ya varios años ejerciendo como fotógrafo, capturando imágenes de paisajes, de ambientes, de denuncias sociales y, por supuesto, de modelos, hombres y mujeres que desfilaban a diario para hacerse de un buen portafolio y tratar de abrirse camino en el mundo publicitario. Y fue reciente que decidí promover un curso individualizado de fotografía artística, dos veces por semana un alumno o alumna venía a mi estudio a recibir clases. Debo confesar que en años estuve expuesto a mujeres muy hermosas, de buena presencia y de espectaculares cuerpos, pero ya era rutina y en verdad, aunque alguna vez hubo pequeños romances, ya había dejado aquellas aventuras atrás, luego de una separación de mi primera y única esposa, he mantenido ya superando los 40 años, una relación de noviazgo, diría que estable. El asunto es que como mencioné al principio, una joven de 22 años, de nombre Katherine, vino al estudio para inscribirse en el curso, ella, joven de cabello castaño, blanca, inmensos y vivaces ojos, pequeña cual adolescente, pero ya mostrando a través de sus provocativos senos, la predisposición de una hembra, se mostró algo tímida al principio, casi ni me miraba mientras llenaba el formulario de inscripción. Al terminar, me preguntó que si podía fumarse un cigarrillo y gustosamente le sugerí que lo hiciera en la terraza al aire libre, allí se cerca de las flores que bordeaban ese jardín, se recostó de un matero y me miraba mientras yo organizaba el estudio. Pero me miraba extraño, cómo tratando de descubrirme, incluso llegué a pensar que me desnudaba, era una mirada inquietante y yo resistí esa mirada. ¿Cuál inquietante podía ser aquella situación para un hombre que había visto en ese estudio infinidad de mujeres? Quizás la respuesta sea que una "sana malicia" se había instalado ya en mi edad adulta, una clara intención sexual de querer dominar a alguien casi inocente en ese aspecto, claro sin ir al extremo, nunca llegar a ser pederasta, algo sin duda que reprocho de tales criminales es ese falta de sentimiento y de sensibilidad y contra lo cual hay que luchar y denunciar incluso desde estos humildes espacios. Aquí no se trataba de un mal pensamiento de controlar lo aparentemente inocente de Katherine, es más, era ella quien se estaba proponiendo un reto. Ese es el otro lado del tema, la recién mujer, la hasta hace poco virgen, la nueva hembra, buscando a un hombre maduro para sentirse "dominadamente protegida" o tal vez queriendo averiguar si ya está preparada para ser la dueña de alguien mayor que ella. Esa tarde, más allá de estos pensamiento que les narro, no fue sino una tarde de explicaciones de las partes y funciones de los elementos de una cámara profesional, algo que además ella ya sabía porque tenía cierto adelanto en la materia. Para lo que sucedió en los días por venir, esa tarde fue una simple "observación del terreno" para ella.



Pasaron dos o tres semanas con el mismo ambiente, miradas y miradas, ciertas escaramuzas en temas sexuales y algo de sonrisas pícaras de parte de ambos. Recuerdo que en esa etapa me dijo: "Profe...estaba por decirle que me encanta su voz, bueno y también su olor". Y co esa expresión comencé a sentirme intimidado, respondí: "Ah, claro la colonia que uso, es de buen aroma y de calidad", pero ella tenía la necesidad de ponerme contra las cuerdas, como se dice en el boxeo cuando un peleador está perdiendo el round, me dijo: "bueno ese olor también, pero yo me refiero al olor a hombre." Me quedé mudo, aunque pensé muchas cosas. Inmediatamente quiso probarme más y me sugirió que le tomara una secuencia fotográfica con la naturalidad de una situación informal. Acepté porque de alguna manera eso forma parte del curso, entonces tomé mi cámara me alejé algo, me ubiqué en posición y ella tomó su cámara digital para capturar una foto mía, luego soltará su cámara para tener mayor comodidad de movimiento...


Pero Katherine quería "pelea", o por lo menos buscaba arrinconarme, entonces de forma rápida y al ritmo de los flahs de mi cámara, se quitó la parte superior de su ropa, luego en un giro violento se quitó el sostenedor y lo voló al aire con gracia y coquetería, sus senos, aunque en verdad, la palabra que vino a mi mente no fue esa, pensé. " Ufff qué tetas!!", no me inmuté seguí capturando fotos de ella, obvio sus senos a simple vista frescos y poco tocados por la mano del hombre, revoloteaban en mi pensamiento, pero tenía que mostrarme sólo como profesor, sólo me permití decir: "Así es Katherine, con gracia, vamos una sonrisa, dame más sensualidad...




Pero ella fue más lejos, se desabotonó el jean y moviendo la cintura de un lado a otro se fue safando el pantalón hasta mostrar panty, bajó más el pantalón y más y más, creo que ella se imaginaba que mientras más se lo bajaba, más erectaba mi pene inquieto y deseoso de escaparse. Y era así, era cierto.


Entonces me enseñó esa parte de su piel del vientre, esa parte más clara de su piel que deja la no llegada del sol de playa por el uso del traje de baño, pero esa parte depilada mostraba el camino de un exquisito manjar de niña, de niña aprendiendo a mostrar que es mujer y que está preparada para ser deseada y para provocar ese deseo. Y marcada precisión, al calcular el máximo de la erección de mi pene, con la misma rapidez se subió, la panty, el pantalón y buscó el resto de sus prendas tiradas en el piso. Y dijo: "Ya profe, ya...¿Cómo quedaron esas fotos? Yo le di la espalda discretamente para que no mostrata el bulto que se notaba en mi genital por encima del pantalón y le respondí: "Excelente, excelente...ya la revelaremos, es todo por hoy." "Ok, profe, hasta mañana...ah y no tenía que dar la espalda, antes que fotógrafo, es un hombre." Se sonrió y se fue. Por una parte me sentí apenado, pero por la otra me aliviaba el hecho de que ya el juego estaba en marcha.




Katherine volvió al día siguiente decidida a olvidar un poco el curso y convertirse en mi dueña, ella era la que marcaba la pauta, al principio quise no caer en su trampa, pero lo visto no me dejaba tranquilo, quería, como se dice vulgarmente, "cogerla", castigar a esa niña por haberme hecho caer en tentación, lo que había era un inmenso deseo por tenerla desnuda y ver cómo le cambiaba ese rostro de inocencia por uno de marcada lujuria justo en el momento de penetrar su traviesa vagina. Esta vez vino con una ropa más sugestiva, más provocadora y nuevamente quiso posar en vez de recibir clases. Acepté otra vez porque presentía su entrega, o más bien, ella presentía mi entrega.



Sus senos casi se salían de su escote, casi gritaban que querían besos, y caricias, la mirada de ella puesta en una idea: Ser mi dueña. Se le notaba segura de dominar la escena. Y así era. Después de la primera foto en la que sentada mostraba tetas y muslos bajo un sexy vestido, fue al sofá des estudio y tendió una sabana, allí se tumbó boca arriba y me pidió que le hiciera una toma en contrapicado...




Se mostró mujer, sensual, deseosa, se notaba que quería que yo dejara la cámara y me montara sobre ella, yo seguí mi tarea, pero el pensamiento mío era el mismo de Katherine, quería hundirme en ella, oirla jadear, oirla gemir de placer, quería vaciar mi semen en ella y luego, quieto muy quieto dedicarme a ver cómo sale de su orificio aquella esperma que no se pudo quedar adentro de ella, verla gotear mientras se cortonsionara después de hacerla acabar.




Había pues llegado el momento, ya Katherine no quería seguir dejándolo todo a la imaginación. Me miró desde abajo y me dijo con cierta verguenza: "Estoy mojada, empapada toda, excitada profe..." Coloqué la cámara a un lado, la puse en disparador automático a cinco segundos le fui a acariciar un pezón suavemente, muy suavemente, como para que no me olvidara nunca.



Deseaba tanto tocarle los senos a Katherine, besarlos en su cima, remover en círculos su pezón que creo que estuve horas y horas en tan exquisita tarea. Pero también quería olerla, por eso bajé hasta su ombligo y me quedé oyendo sus entrañas, su temblor, me bajé más aún y sentí esa particular zona de piel que comienza a declinar, piel suave, piel fresca...luego piel más suave, suave u húmeda, suave y tibia, cerré los ojos para absorver con calma ese olor a ella, quería como "fotografiar ese olor" , después sentí que ella abrió de par en par sus piernas, me invitaba a devorarla, mi lengua entendió la señal, y apartó los ricos labios de la vulva de Katherine, se hizo espacio y fue a buscar el clítoris ya duro y firme, allí justo le di unos toques para que se rindiera, ella soltó un suspiro contenido ya por minutos, seguido vino un gemido, bordeé su clítoris suavemente una y otra vez, y ella se revolcaba de placer en el sofá. La dejé quieta y remonté su cuerpo hasta llegar a su boca, la misma lengua que hace segundos esta en saboreando sus jugos, ahora iba como torpedo hasta el fondo de su boca, las lenguas, la de ella y la mía tropezaban gustosas en entre entre paladar y dientes, ella bebía mi saliva, mi aliento y yo hacía lo mismo. Abajo, en su entre piernas se libraba otra batalla: mi pene buscaba refugio, resbalaba y volvía a la búsqueda, su vagina esquivaba la cornada, más para estirar el placer que por miedo, al final levanté mi cuerpo, preparé la entrada y me dejé caer sobre ella, sentí que mi miembro consiguió el canal de su raja mojada y entró al exquisito, oscuro, mojado y caliente hueco de Katherine, un envión bastó para escuchar su grito seco, yo sentí cómo mis testículos habían chocado con la parte baja de sus nalgas y me quedé inmóvil unos segundos, saqué mi lengua de su boca, levanté mi cara para ver la de ella y entonces tomé impulso y la enterré más profundo para ver cómo abría súbitamente sus ojos y volvía a gritar, lo de más fue una danza prolongada, una música interna y una entrega de orgasmos casi juntos. Vino la pausa y ella se volteó me mostró su hermoso culo, un trasero de piel suave, lisa, dejé mi mano deslizarse por sus nalgas consintiéndola, le abrí los glúteos de par en par, acaricié tiernamente su ano, cada caricia la hacía levantar bruscamente el culo en señal de placer extremo...envié un dedo a sus entrañas y ella se dejó perforar el alma, después le fui sacando el dedo poco a poco para ver qué sentía y noté que sus manos se aferraban de la sabana que cubría el sofá. Me incliné y besé sus nalgas tiernamente, tomé su panty, y se lo puse , la dejé dormir satisfecha mientras yo me quedaba viendo su hilo azul, su diminuta tela mojada del semen que aún salía de su estrujado y hambriento orificio de mujer.



Katherine dormitaba serena, satisfecha, sabía que se había convertido en mi dueña, poco a poco me fue llevando hasta desearla, hasta provocarme, hasta tenerme, los hombres generalmente dicen "la cogí", pero ese acto de entrega suele ser mútuo, y a veces, según las circunstancias, el hombre debe decir, aunque sea para sí mismo, "me cogió". Este fue el caso, pero vale mencionar que no fue puro sexo aquello, había ya un sentimiento atravesado, un gusto, un "sentirse bien" con aquella niña...


Katherine, agotada por su entrega, abrió lentamente los ojos y me pregunto:"Profe...¿seguimos?" Ustedes van a querer saber si ella se refería a continuar con el curso o a querer que mi voz y mi olor se quedaran en su mente para siempre, pues usen la imaginación lectores, sólo les diré que ha pasado ya un tiempo y aún a mí me huele el alma a su olor de hembra, olor de Katherine...huelo a sus besos, a su piel, huelo a recuerdo y al deseo de volver a tenerla.





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