Imágenes que quedan para siempre


Y esas historias que casi nunca se comentan


Desyré se levantó de la silla y se subió el vestido, entonces Viviana contempló primero la vulva aún cubierta con la panty y luego con lujuria llevó su vista hasta la cara extasiada de Desy. El juego había iniciado ya su camino hacia la lujuria de mujeres entregadas a la fantasía. Esa historia estuvo escondida hasta hoy.




Lisette, la Cheer Leader
Ella, Lisette, quería entrar al grupo de animadoras del equipo de Basket de su colegio, había realizado casting y el manager del equipo quería verla en persona y comentarle las normas disciplinarias que deben tener las chicas en estos casos. Lo que sucedió en ese encuentro lo reproducimos aquí en un diálogo que palabras más o palabras menos, debió ser lo más cercano a la realidad.
Entrenador: Hola Lisette, te estaba esperando, vi el casting y tienes todas las características de la chica que buscamos como cheer leader. Pasa, pasa adelante.

Ya sentados ambos en el sofá habían cvonversado unos minutos sobre el trabajo que a ella le correspondería efectuar como animadora. Importante la disciplina que deber haber entre las chicas y los jugadores del equipo, así como también el estricto apego a las coreografías y al horario de ensayos. Se veía que había "feeling" entre ambos. Él, mayor que ella unos cuantos años, usaba su experiencia de hombre y su simpatía para ir ubicándose en posición de "ataque". Ella, pícara y sensual, sabía que algo podía ocurrir esa tarde.
Entrenador: Pero me gustaría verte con la vestimenta de las animadoras. Anda, ponte la ropa y hazme una rutina...quiero verte en acción.
Lisette: ¿En serio? ¿Aquí? Es que me da mucha pena...me pondría nerviosa.
Entrenador: Por favor Lisette, tengo que verte. Además una chica tan hermosa como tú no debe tener verguenza alguna de mostrar todo el talento. Anda, cambia de ropa. Necesito ver cómo te mueves...
Lisette: Hummm, pues le diré que me muevo muy bien...y en todo lo que hago.
Entrenador: Si tú lo dices, debe ser cierto...no lo dudo, tienes un cuerpo que se ve muy versátil...anda muéstrame...lo que sabes hacer.
Ya Lisette tenía pensado algo. Se levantó del sofá y se dirigió al baño a cambiarse de ropa. Se colocó el uniforme de cheer leader, pero intencionalmente no se puso el short debajo de la falda. Sus partes íntimas habían quedado desnudas. Sin duda, Lisette, ya sabía que el entrenador la quería "tener"...y a ella le gustaba la idea.


Lisette: ¿Le gustó? Hice lo que pude. Pero creo que lo hice bien...
Entrenador: Pocas veces he visto algo tan exquisito. No te imaginas lo qué sentí cuando levantaste la pierna.
Declaración de él que sirvió para no tener que pedir permiso para ir directo a la boca de Lisette buscando un beso. Ella retrocedió sólo un poco, lo suficiente para ser alcanzada. El beso duró largo tiempo. Luego él se paró, se colocó frente a ella y se bajó el cierre del pantalón
.
Entrenador: Anda Lisette, no me dejes así. Después de lo que te vi, no me aguanto las ganas. Ésto no saldrá de entre nosotros. Anda...
Lisette: Es que...la verdad...no sé si ésto es correcto, es primera vez que estoy en esta situación, no tendría valor para verlo a la cara luego del día de hoy...
Entrenador: Házlo...yo sé que tú deseas sexo

Entonces Lisette mostrando cierta verguenza, y colocando cara de niña inocente, metió la mano entre el cierre y comenzó a buscar la manera de liberar el tieso e inquieto miembro del entrenador. Lo sacó, lo miró con ganas de devorarlo y dirigió la mirada al entrenador para que éste diera la aprobación de comenzar la faena.

Ella se fue tragando todo lo que cabía en su boca, y su mirada pasó de niña inocente a puta experimentada, por lo menos así se sentía. Mientras chupaba desenfrenada el pene de aquel hombre, lo miraba para chequear cómo lo estaba haciendo. Los gemidos de él lo decían todo.

Al finalizar esa tarea, él la acostó en el sofá y le levantó la camiseta para ver los hermosos senos de la joven cheer leader: montañas suaves, frescas, adornadas en su cima por preciosos pezones erectos. Ella colocó una de sus piernas por la parte superior del sofá y abierta de par en par sus piernas dejó ver todo el encantó de su tibia entrepierna. Ya no había pudor...sólo ganas, sexo, placer, hambre de piel.

Ella se acurrucó en el sofá mientras él tomaba posición para surtirle de carne todo el coño. Su carita lo decía todo...expresaba deseo de ser sumisa, deseo de dejarse hacer de todo. El rostro de Lisette iba cambiando en la medida que los centímetros del pene del entrenador se abrían espacio en el fondo caliente de su vagina.

Ya más atrevida, loca de placer y con más confianza, se safó de estar abajo y buscó convertirse en jinete para cabalgar sobre su hombre con todo aquello adentro. Se movía lento primero, como buscando acomodar al miembro invasor en los espacios de su fondo, luego cuando se sintió llena, sus movimientos se aceleraron más y más. Ahora fue él quien se la quitó de encima para ponerla en cuatro patas. Y en posición de perrito, Lisette le pedía más rudeza...y le decía: "dame duro...duro, anda...duro". Aquella sala se llenó de los gritos de ella y del sonido de sus nalgas contra los muslos de él en cada entrada del pene a su dilatado ano.

Por instantes ella volteaba a mirarlo, con cara de hembra poseída y excitada, miraba una y otra vez como pidiendo clemencia, o tal vez, como pidiendo castigo. Pero no conforme con lo que le estaban dando, ella se abrió más las nalgas cono tratando de que el hombre entrara incluso con sus testículos. Lisette se había vuelto glotona e insaciable.

Y justo cuando ella se abrió más los glúteos, él le soltó un chorro de semen hasta el fondo del recto. Los gritos y gemidos de ambos hicieron coro el el preciso instante del clímax. Ella se fue acostando vencida ya, él poco a poco sacaba el miembro del ano de ella, un pene mojado de leche iba saliendo poco a poco, al final el ano terminó del expulsar al invasor y mientras se cerraba lentamente "escupía" pequeñas cantidades de semen. Ufff...fue lo último que se escuchó de esa historia.
Kyomi en la oficina con su jefe

Las oficinas muchas veces esconden dentro de sus paredes relatos de placer insospechado. Kyomi, era una atractiva secretaria de ascendencia asiática pero nacida en Caracas. Ella de hermosos atributos físicos, desde hacía tiempo se hjabía convertido en la amante de su jefe y ambos aprovechaban las horas extras para entregarse en un inusitado frenesí de placer oculto.


Se excitaba ella generalmente cuando se levantaba la falda y mostraba su culo para él. Tenía un trasero muy latino, paradito, blanco, bien formado y temblabam sus nalgas en cada movimiento que hacía.

Disfrutaba mucho montarse desnuda en el escritorio y acariciarse todo el cuerpo. Se introducía los dedos en la vagina y se los llevaba después a la boca para probarse ella misma, pero también era una clara invitación a su amante para que supiera que su sabor a mujer era especial.

No tenía reparos en ponerse en cuatro patas y abrirse lo más que pudiera para él. ella sabía que su trasero era lo que má deseaba él de ella. Siempre se lo pedía insistentemente y ella lo negaba sólo para "volverlo loco", pero al final se lo daba con gusto.
Ese era el juego de ambos, un juego lujurioso, un juego muy serio que se daba cita en una oficina, como seguro sucede en muchas oficinas del mundo. Porque a fin de cuentas el sexo encuentra espacio cuando hombre y mujer, o quizás entre el mismo sexo, entienden que los cuerpos pueden ser una vía para obtener el más puro placer de la piel contra la piel.
Para quienes ya han tenido tiempo y momento de experimentar el amor, el sexo y el placer, seguramente estos relatos evoquen los propios recuerdos de lo que han vivido, las circunstancias, los lugares y los protagonistas, claro, han sido otros, pero el recuerdo traerá un suspiro al alma muchas veces.
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